Cuando el escupitajo te cae en la cara

Cuando estás embarazada, te haces una idea de cómo será la educación de tu hijo. Te forjas unos valores inquebrantables de los que no te va a mover ni un cataclismo nuclear…pero llega la franja 1 a 2 años y tus férreas convicciones se van al traste.

Yo era de esa clase de madre que pensaba: “los dibujos, hasta los 12, en pequeñas dosis”; “nada de móvil ni de ordenador hasta que no entre en la edad del pavo”; “voy a dejar que se arrastre por el suelo como si no hubiera un mañana”; “mi hijo jugará con todo lo que él quiera”.

Y la realidad se impuso.

No sólo le meto de vez en cuando maratones de una hora de dibujos, si no que restrinjo mucho los juguetes con los que jugar (y con los que alcanzar en la cabeza a mamá y papá), y ya no quiere comer sin el móvil enchufado.
Después de pegarme, sudar y desquiciarme con mi pequeño NO-ME-DA-LA-GANA-DE-COMER-PORQUE-NO-TENGO-HAMBRE, probé a darle la papilla con Peppa Pig en el móvil…y se pone en modo automático. Entre risa y risa, ¡zasca!, cucharada que te crió. Esto puede sonar maravilloso hasta que un día te quedas sin batería en el móvil a medio potito. Y ahí empiezas a hacer todo tipo de sonidos guturales parecidos a los de un cerdo en plena matanza y a hacer muecas ridículas para intentar que tu pequeño monstruo se ría de ti y le endiñes otro par de cucharadas.

Mi ideal de madre-hijo era que él iba a sentarse en su trona, a comer solo, sin tele y contándome todas las cosas que había hecho en la guarde ese día. Es lo que se llama expectativas vs. realidad. Lo que de verdad pasa, es que lo meto como puedo en la trona entre gritos y patadas, le pongo el móvil con la dichosa niña-cerda que es una marisabionda y a la que ya no soporto, le doy la papilla como puedo porque al niño no le apetece masticar sólidos y le dan arcadas mortales y, con un poco de suerte, no acabamos entre gritos y lloros. Porque la verdad verdadera es que a mi hijo lo que más le apetece hacer cuando llega del cole es echarse una siesta. Y menos mal que duerme con un bendito, porque si no yo ya estaría de vacaciones permanentes en la otra punta del mundo.

¿Y qué pasa cuando tienes un niño polvorilla? Pues que de vez en cuando te apetece descansar y le pones las famosas maratones Peppa Pig-Pocoyó-lo que pongan en la tele en ese momento. Y el niño se queda como un bobo delante de la caja tonta (que supongo que por eso la llaman así). Y tú te puedes tirar media hora con una paz en el cuerpo que ni en la ONU cuando están de buenas.
Eso sí, los dibujos todos en inglés, que el niño me tiene que salir bilingüe y así de paso algo se nos queda a los padres.

Luego sales a la calle, porque ya estás que no te aguantas de recoger juguetes por el suelo y rompes tu segunda regla inquebrantable: dejar que el niño se ensucie.
Tocándome la barriga me decía para mis adentros: “no te preocupes, yo voy a dejar que te llenes de mierda y polvo, no como esas otras”. (Yo pensaba mucho, porque me daba a mi el pálpito de que mi simbiosis con el bebé también era cerebral y se iba a enterar de todo).
Hasta que sales a la calle y tu querido correcaminos empieza a tocar todas las columnas donde los perros hacen pis, a comer todas las piedras del parque y a tirarse en los arenales a hacer ángeles con los brazos (como en las pelis cuando nieva). Y tú empiezas a ponerte lívida pensando en todos los gérmenes que tu hijo está ingiriendo y que luego se transformarán en diarreas, gastroenteritis, mocos o pegotes en la lavadora. Así que suavemente le apartas del cajón de arena para gatos que hay en los parques, del camino lleno de gravilla del carril bici y de las playas, zonas ajardinadas y matorrales que te vas encontrando por la vida.

Y el niño venga a comerse hierba y venga a chupar colillas.

Cuando eres madre, te das cuenta de lo guarras que somos las personas y de la mierda que dejamos tirada en la calle. Está todo lleno de cagadas de perro y de mierdecillas pequeñas, totalmente apetecibles para un niño sin escrúpulos.

Y cuando ya estás hasta el moño de correr detrás del niño de tus entrañas, te lo llevas para casa, donde vuelves a tener el problema del aburrimiento mortal y el lanzamiento de objetos. Así que rompes tu regla número tres: dejar que juegue con todo lo que quiera.
Cuando ya no te da el sueldo para comprar mandos para la tele, cuando todos tus libros tienen el lomo mordisqueado y tus labores de ganchillo aparecen con grandes agujeros de haber metido los dedos para investigar eso tan guapo que hace mamá, te planteas el empezar a subir la cosas a un sitio más elevado. Las casas de padres con niños pequeños se distinguen de las demás porque tienen los objetos cotidianos a una altura poco cómoda para su uso. Y a medida que el niño va creciendo, los padres van elevando más esos objetos.

Pero siempre se te olvida algo superchulo y lleno de botones por encima del sofá y, ¿quién lo va a encontrar?, pues el pequeño detective.
Total, que le acabas comprando un mando para la tele en varios idiomas (pero al que sólo le da al botón del nueve en francés y en tus sueños oyes “neuf neuf”), un móvil de plástico y unas llaves para el coche. Funciona una temporada, pero se acabará dando cuenta y volverá a sus orígenes, o sea, a tus mandos y tus llaves de verdad.

Y ya por último, vas y rompes tu regla de oro: no consentir que hable con onomatopeyas.
Te dices: “jamás un guau guau, o un piiii piiii, o un bruuuum”. Pero cuando T (que es el nombre de mi hijo abreviado) viene con tu móvil en la mano y diciendo “jjjjjjjjjj”, es cuando llega el momento clave. Le quitas el teléfono cuidadosamente (porque si le dices: ¡nooooooooo!, lo tirará al suelo) y entonas: “mamá, ¿me pones Peppa Pig?.

El diálogo es el siguiente:
– Jjjjjjjjjjj (con el móvil en la mano).
– Mamá, ¿me pones Peppa Pig?
– Jjjjjjjjjj.
– Mamá, Peppa Pig.
– Jjjjjjjjjj (con cara de “me estoy cansando”).
– Mamá, Peppa.
– Jjjjjjjjjj.
– ¿Peppa?
– Jjjjjjjjjj.
– Vale, ya te lo pongo…

Supongo que os habréis dado cuenta que la de las frases enteras soy yo y el del “jjjjjjjjj” es míster T.
Al final claudicas y le pones los dibujos de Peppa, de Pocoyó o de Bola de Dragón si es el padre el que le va a dar la comida ese día.

La conclusión que saco de todo esto es: ¿cuándo dejarán de caerme todos los escupitajos que lancé al aire?

Nuevas modas

Después de celebrar el día de la mujer y el día del padre me hago una pregunta: ¿Por qué la nueva moda en el mundo bebetil es la de hacer regresar a sus progenitores, en especial las madres, a la prehistoria?

Las nuevas tendencias son la crianza natural y la crianza con apego. Esto es un complicado modelo lleno de normas para ser unos padres más completos y para que los niños crezcan en un entorno seguro y afectuoso. Se empieza por parir en casa, para lo cual necesitas una gran preparación, un lugar adecuado y suficiente dinero para pagar a una matrona y a una doula. La doula no es imprescindible pero mola mucho y es muy chic. Luego tienes que darle de mamar a tu hijo hasta que cumpla los 7 años, ya que tu leche es altamente beneficiosa para su sistema inmunológico. Más tarde tienes que negarle el poder de las vacunas, ya que en realidad lo que hacen es implantar genes maliciosos y comunistas en los bebés recién nacidos que harán que se afilien a partidos pro sudamericanos cuando sean veinteañeros. Tienes que colechar con tus hijos hasta que les de vergüenza cascársela delante de ti y te roguen por el dios de la verdura que les dejes dormir en su propia habitación. Además hay que portearlos hasta que pesen más que un oso panda de tamaño medio (o hasta que se te rompa la espalda). Debes ponerles pañales de tela para no contaminar con los desechables. Y, por supuesto, debes matricularlos en escuelas alternativas donde se criarán en ambientes de librepensadores.

Así que, ahora os voy a destripar mi opinión sobre todo esto.

Parir en casa me parece una barbaridad. Aunque los partos vayan estupendamente bien y no tengan ningún tipo de riesgo, en el último minuto se puede complicar todo. ¿Te vas a exponer a que esto ocurra? ¿Vas a exponer a tu hijo a que le pase algo por no estar en un hospital? En Europa esta práctica es más común que en España, así que nos venden las maravillas de los partos en casa. Lo que no dicen, obviando los riesgos médicos, es que en España te tienes que financiar tú los partos en casa, por lo que te saldrá por unos 2000 euros como poco. Lo que yo opino es que no se deben correr riesgos innecesarios. Parir en un hospital no tendría por qué ser una tortura. Para ello hay que luchar por tus derechos. La comunicación con los profesionales que te atienden es fundamental. En el tema de las doulas no me voy a meter porque a mí me parece que hacen intrusismo profesional a las enfermeras. No atienden médicamente a las parturientas, pero les dicen cosas que sí pueden influir a la hora de parir.

Lo de la teta ya lo dejé bien claro en otro post. Personalmente no me gusta lo de amamantar pasados los 6 meses o desde que le salen los dientes. Lo veo un poco antinatural. (Mi cabeza asocia esta idea a una boca de un tiburón, no sé por qué). Sin embargo, es gracioso que estas madres que tanto se prodigan con los sistemas inmunitarios de sus bebés, luego no les ponen vacunas porque son peligrosas. Todas las vacunas y medicamentos son peligrosos, pero cuando dejas de vacunar a tus hijos, rompes el círculo de protección que ofrecen esas vacunas al resto de la población. Si todos dejáramos de vacunar a nuestros hijos, volverían las enfermedades como la tosferina o la polio. ¿De verdad queremos eso?

Colechar es dormir con tu hijo, en la misma habitación o incluso en la misma cama. Las madres teteras hacen esto, entre otras cosas, porque es más cómodo para dar de mamar por la noche. Pero yo me hago varias preguntas: ¿es sano dormir tanta gente en una habitación? ¿Hasta qué

edad duermes con tu hijo? ¿Cuándo quieras sacarle, él querrá salir? ¿Y si tiene un hermano? ¿Duermes con los dos/tres/cuatro? ¿Y la relación de los padres? ¿Dónde queda tu intimidad como pareja?

Todo esto me vino a la cabeza porque leí un artículo de una madre que enseñaba a portear a gemelos. Ella ya llevaba cuatro años llevándolos encima a todas partes y daba consejos para que no se te jorobara toda la columna vertebral a la segunda semana. Creo que esas madres serían grandes peonas de la construcción…

Y por último viene lo de las escuelas alternativas. Eres un monstruo si metes a tus hijos en la dictadura militar de un colegio a la temprana edad de 3 años (si los llevas a la guardería entonces ya vas de cabeza al infierno), así que tienes que llevarlos a una escuela donde no hay normas y donde los niños aprenden cuando quieren y como quieren. Lo que esos padres no se dan cuenta, dejando de lado que no soy pedagoga como para valorar si esos conocimientos son suficientes o no, es que llegará un momento en la vida de sus hijos que les pidan títulos oficiales, de esos que te dan cuando completas ciertos niveles en la educación española… así que ya me veo a una generación de adolescentes examinándose por libre para sacar la ESO o el bachiller y cagándose en las ocurrencias de sus padres.

Después de todas estas maravillas de la crianza natural no puedo evitar pensar en que cada vez nos imponen más y más trabajo a las mujeres. No sólo tenemos que trabajar fuera de casa sino que también hay que sufrir dentro…¿o es que es mejor que nos quedemos en nuestro hogar cuidando y porteando a nuestros retoños?

La contestación de estas madres “naturales” es que si se quiere se puede hacer todo. ¿Trabajas doce horas al día? No pasa nada. Cuando llegues a tu casa pasa tiempo de calidad con tus hijos. ¿Tiempo de calidad? Pasarás el tiempo que puedas y que te deje físicamente tu cuerpo. Sácate leche para dejarla congelada. No es lo ideal, pero por lo menos tu hijo no sufrirá tomando leche artificial. Póntelos encima todo el rato para que haya “piel con piel” y, sin estás sin duchar mejor, que a sí huelen a su mamá. Después, prepárales un buen puré o cena y báñalos tranquilamente, con cariño. Más tarde, vete a tu habitación y léeles un cuento para que se duerman (pero tú no, ojo) y cuando ya estén dormiditos, entonces empieza a hacer tu vida… a eso de las 10 de la noche. Eso sí, cuando tu cuerpo pida clemencia, vete a la cama, aparta a tu hijo un poquito y acurrúcate en el huequito que te deje entre las sábanas, pero sin despertarle porque si no tendrás que estar de rumba flamenca hasta las 3 de la mañana. Eso, sin contar que tienes que ir al gimnasio o a correr, a la peluquería, a las mejores tiendas de moda para ir a la última, al colegio a entregar el último trabajo de manualidades que le encargaron a tu hijo (a ti, iluso), a la compra, a la biblioteca y quedar con tus amigos porque no los puedes abandonar… ¿Todo el mundo tiene días de 24 horas o sólo son los míos?

Hoy en día las mujeres tenemos que ser multitarea o multitask. Debemos ser trabajadoras fuera y dentro de casa, buenas madres, buenas esposas y buenas amantes. ¿Quién fue el hombre que se inventó que las mujeres podemos hacer más de una cosa a la vez? Que me lo presenten, porque lo petó. Y tú, mujer del siglo XXI vas y te lo crees.

Llegará un día en que todos esos niños y niñas se quieran independizar y la gran pregunta a la cuestión es: ¿vais a ser capaces de dejarlos volar del nido o saldréis con el típico “con todo lo que hice por ti”? (Miedito me dais cuando seáis abuelas).

Dejaos de tanta gilipollez esclavista, romped vuestras cadenas y liberaos. Antes se quemaban sujetadores. Hoy podemos quemar la ciudad. ¡Salid a divertiros joder!

[Os dejo publicado este post el día antes de irme de vacaciones a Londres. Os podré responder a la avalancha de comentarios que seguro que me haréis en cuantito vuelva de pingu. London baby!]

Padres primerizos

Sí, ese eres tú. Primerizo. Te estás cagando de miedo.
Bienvenido/a al mundo maravilloso de la paternidad/maternidad. Hoy os voy a contar esas cosas que nadie te cuenta porque si no, la especie peligraría seriamente.
(Si aún no te has reproducido, piénsate si quieres este spoiler o no).
Siempre pensarás que tu niño es el mejor. El más guapo, el más listo, el más travieso, el más tocacojones…y puede que así sea…o no. En el momento en que tu niño salga al mundo exterior, verás cientos de niños con los que compararle. Y muchas veces tu pequeñín saldrá perdiendo. No te agobies, piensa que tu hijo algo mejor tendrá que los demás (aunque sea que tiene mucho pelo). [¿Estoy empezando a tener un trauma con mi pequeño calvo?]
Mi hijo fue el bebé perfecto. Dormía, comía, se reía, era largo, en su peso y le quedaba muy bien la ropa. Pero un día empezó a caminar. ¡Cháaaaaaaan! Y ahí se acabó lo que se daba. Ahora mismo tiene 17 meses (o sease, casi año y medio) y no camina, corre como poseído por el demonio. No come (le dan arcadas mortales con los sólidos y los purés le aburren) y es muy muy tozudo. Visto así es como para tirarse por un puente. Pues no. Mi hijo duerme como un bendito y con eso ya equilibra la balanza. Y además se ríe muchísimo, aunque sea de nosotros.
Lo que más le gusta en este mundo mundial es tocarlo todo. Es lógico, ya que está en la fase de exploración, pero cuando tira algo ruidoso en una habitación para que tú vayas corriendo y así poder salir en silencio a por lo que realmente quería coger en el salón, ya no es tan divertido.
Le comprarás mandos de la tele de mentira, llaves del coche de juguete, móviles con botones de colores…pensando que así no tocará los de verdad. ¿Crees que el niño es bobo? Colará la primera vez, quizás la segunda, pero a la tercera te lo tirará a la cabeza y se reirá con tu cabreo monumental.
Así que decides empezar la fase premio-recompensa. ¿Te portaste bien? Te subo en los caballitos. Sí, perfecto, hasta que toca bajarse. Mi padre llega al punto de mareo mortal sólo para que el niño siga dando vueltas en el tiovivo. Así que te buscas un plan B. ¿Un poco de helado? Genial, hasta que mete sus diez dedos en él y los mueve de tal manera que es imposible limpiárselos todos antes de que se embadurne la cara, el pelo y toda la ropa.
Otra opción es pasar de ellos cuando hagan las cosas mal. En nuestro caso, funciona a medias, ya que el niño deja de hacer lo que estuviera haciendo y se empieza a dar cabezazos contra el primer mueble que pille. Es como un auto castigo. Luego vienen los llantos y tu pérdida de paciencia.
Más cosas horribles de la fase bebé son los estragos físicos. No voy a entrar en temas sueño o depresión posparto, porque creo que es algo evidente, si no que te voy a contar la otra parte oscura.
Las mamás tendrán el vientre hinchado una temporada (si es por cesárea, más tiempo). Te saldrán estrías aunque te untes de crema día y noche (las hay suertudas, pero son como las apariciones marianas), se te caerá el pelo (después de tenerlo fabuloso todo el embarazo por la acción de las hormonas), te saldrán caries (cuídate la boca, por favor) y se te hincharán las tetas con su consiguiente bajada ombliguera. Para algunas de estas cosas hay ejercicios específicos que pueden atenuar un poco la flojera, pero somos ejército las que no tenemos tiempo o somos un poco vagonetas.
Los papás sufrirán varios cambios: tendrán que dejar sus malos hábitos (fumar delante de un niño es condenarle desde que nace); deberán empezar a hacer algo de ejercicio si no quieren acabar baldados; estaría bien que se fueran entrenando con un muñeco para quitar y poner pañales, ropa, biberones, bañera…; y lo más importante, es que deberán mentalizarse con la preparación al parto y el puerperio (¿puerpequéeeee?) (lo que va después del parto).
Esa fase es la más delicada, ya que las madres estamos cargadas de hormonas hasta las cejas. Tendremos el farolillo como un túnel de cercanías o la barriga con una sonrisa rara. Lloraremos sin parar y sin motivo. Estaremos cansadas y quejicosas. Tendremos miedo. Estaremos felices y al rato no. Nos sentiremos muy muy feas. Os preguntaremos cien mil veces si seguís queriéndonos y si seguís viéndonos guapas (la respuesta siempre tiene que ser SÍ ROTUNDO, aunque parezcamos un zombie cavernoso).
La segunda fase a esto (¿pero hay más?) será la de las visitas. No os dejéis avasallar. Impondréis vuestras normas. Normalmente la madre se sentirá más obligada a recibir a la gente con buena cara. Ni se os ocurra poneros a limpiar como locas. El papel del padre debe ser el de echar a la gente de casa cuando pase media hora (si es familia, un poco más de tiempo), poner los cafés y limpiar las tazas después, y obligar a la madre a que se siente y se relaje. No pasa nada si te pones la ropa varias veces o si las pelusas te saludan desde detrás de la puerta. Tu niño no va a comérselas hasta que tenga unos 9 meses.
Mis recomendaciones:
Déjate ayudar. Que te hagan la comida, la colada, los fregaos, lo que sea. Pasa de todo y disfruta de tu bebé. Ya tendrás el resto de la vida para limpiar. (Cosa que me parece una inutilidad).
Vete de vacaciones. Si puedes permitírtelo, un par de noches por ahí sin tu hijo serán oro líquido para tu cerebro.
Vete al cine. Sólo son dos horas separados de vuestro monstruo. No pasa nada. No se va a acabar el mundo.
Date algún capricho. Un masaje, una cenita romántica, unos bombones hipercalóricos, una recopilación de los mejores cómics de zombies…algo así.
Ir al fisio cada 6 meses es muy recomendable. Que te crujan el cuerpo es la mejor terapia para quitar los dolores de cargar con tu saco de babas. Te quedas como nueva.
Y sobre todo, saca algo de tiempo para ti. Sin ruidos, sin niño, sin pareja, sin tele, sin nada…
Debes tener, al menos, media hora al día para hacer lo que te venga en gana sin dar explicaciones a nadie.
Por último. Rellena todos los libros que te hayan regalado de esos de “mi primera papilla”, “mi primer diente”, “mi primer eructo”, “mi primera sonrisa”. Te parecerán una chorrada en el momento, pero si no lo apuntas en cuanto sucede, luego ya no te acordarás. Y cuando los veas en el futuro, te gustarán. (Yo ya voy por el tercero).
Y siempre, siempre, siempre hazte fotos con tu bebé. Aunque te veas mal y no te apetezca, luego te dará pena no aparecer en el primer año de tu bebé en uno de los cinco álbumes que tendrás por casa…

Loca por la lana

¡Examen superado pero raspadito raspadito!
A la vuelta del pediatra, ese temido hombre por madres e hijos, he comprendido dos cosas: una, que siempre va a haber algo que le falta por hacer (palmitas, decir no, cantar en latín…) y dos, que nunca se me va a quitar esa sensación de tribunal examinador.
Llegas allí, le dices que vas a revisión/consulta, desnudas al niño y empieza el calvario. “Pues tiene una erupción en la papada”, “pues tiene que comer más sólidos aunque le den arcadas mortales”, “pues ya debería saber abrir las puertas con una llave”, “pues ya tendría que pintar cuadros con los pies”… ¿en serio me recomienda/obliga a enseñarle a abrir puertas con una llave? Y cuando se escape a la calle porque ya sabe meter la llave y girarla…¿me va a decir que soy una irresponsable por enseñarle esas cosas? Sinceramente, con que sepa decir la palabra “llave” me llega y me sobra.
Llega un punto en la vida de todo padre o madre en que te das cuenta de que no eres un maestro para tu hijo ni él te ve como un filósofo griego, sino que eres el cuidador de un bicho que no para y que se intenta tragar todas las mierdas que encuentra por la calle. Así que, en un momento de reflexión mientras tu bicho duerme la siesta, te paras a pensar si esa situación cambiará o va a ser así de terrible toda la vida. No te preocupes, en unos 30 años ya tendrás un retoño independiente.
En un momento de caos y confusión, con todo el salón lleno de muñecos parlantes y sonidos de fábrica y un niño en medio aporreando todo con su nuevo martillo de Thor (regalo de Reyes) como los monos de “2001: Odisea del espacio”, te planteas la urgente necesidad de buscarte algo que te relaje. Y dicho y hecho. Así que me puse manos a la obra y me metí de lleno en el mundo del ganchillo o “crocheting”, que es más moderno.
Granny squares, tapestry, amigurumis, fundas para tazas, mantas, gorros… ¡vaya, me encanta!
La gente me mira como si una vieja me hubiera poseído por la noche, pero la realidad es que es tan relajante que casi hasta estoy pensando en hacerme artesana, jejeje.
El ganchillo te envuelve con sus suaves lanas y agujas de colores y hace que te enfrasques tanto en la labor que la casa puede arder y no te vas a enterar.
Ya había hecho un intento hace un par de años con los amigurumis, pero no acabé de pillar bien el rollo al ser muñecos muy pequeños. Y me decidí con un gorro para mi hijo.
Ahora viene la parte de las compras. ¿Dónde adquirir la lana? ¿Qué lana usar? ¿Qué medida de aguja? Uffffff, ¡Youtube, ayuda!
Me hice con el patrón y me metí a bucear en ebay, por supuesto. Encontré una tienda inglesa donde venden unas lanas de algodón maravillosas, lo que pasa es que hay que comprar por los menos 3 ovillos para que los gastos de envío salgan rentables. (Acordaos siempre que las libras, al cambio, engordan el precio).
Llegó el paquetito, tejí un gorro precioso con orejas y ojos, se lo puse al pequeño monstruo y… se lo quitó inmediatamente. No hubo manera humana de que le aguantara en la cocorota más de 30 segundos (y eso que era con orejeras y cordón para atárselo fuertemente al cráneo). Así que fui a preguntarle al padre de la criatura si quería que le hiciera un gorro para él… y su cara ya me contestó. Por lo que decidí mandarlos a la porra a los dos y hacerme una manta para mí con granny squares, que son los maravillosos cuadraditos de abuela que llevan en nuestras casas desde tiempos inmemoriales.
Y me enganché.
Ahora, mi casa está llena de mantelillos, posavasos, fundas de todo lo imaginable y lanas por todas partes. Voy por mi tercera manta, ésta en zigzag, y cada vez que tengo un ratito, ¡zasca!
Luego ya pasé al nivel de comprar manuales con patrones. A mi me encantan los libros de segunda mano ingleses, porque cuestan ná y menos y soy feliz amasando proyectos. Pero tienen la pega de que tienes que tener cierto nivel para poder desentrañar el idioma gancheril en gringo.
Y por último, ya estoy en modo expert desde que me apunté a una clase de ganchillo. Son las dos horas más divertidas de la semana. Aprendo mil cosas fabulosas y me entero de todos los cotilleos del barrio (y las señoras son mundiales).
Así que os recomiendo encarecidamente que os montéis en el carro del ganchillo. Es una afición tranquila, bonita y muy muy desestresante.
Para finalizar, deciros que intentaré escribir más a menudo, ya que estoy flojeando un poco últimamente, así que lo que voy a hacer es escribir posts más cortos pero más intensos.
¡Larga y próspera vida!

Un poco de controversia: teta vs bibe.

AVISO 1: este post es serio y contiene poca ironía.

AVISO 2: puede herir sensibilidades. Si no tienes criterio propio, puedo modificar tu conducta hasta que tu ADN mute y puede que pase a tus futuras generaciones.

¡Buenas a todos y todas!

Vuelvo a la carga, después de una larga pausa por vacaciones y huelga de mi dibujante.
Como ha conseguido mejores condiciones laborales, vuelvo a tener material para escribir. Por favor, un aplauso para él, que es el mejor.

Mi larga ausencia también es debida a que estuve planteándome si escribir sobre ciertos temas o no, ya que son altamente controvertidos y no sabía si quería marcarme tanto. Pero esta semana, mi ira asesina ya no ha podido contenerse más y necesito expresar mis opiniones. Soy bastante radical, así que espero no ofender a nadie con mis textos.
Este post va a tratar sobre la lactancia materna vs lactancia artificial.

Mi opinión no está basada en evidencias científicas. No tengo estudios de medicina ni títulos en pediatría. No trabajo para ninguna organización de la salud. No trabajo para ninguna farmacéutica. Mi opinión es como madre, así que lo que diga está basado en mi experiencia y en mis gustos. No tiene por qué ser compartida ni es verdad verdadera.

Dicho esto, comencemos.

Esta semana ha saltado a los medios una polémica sobre un libro escrito por un pediatra. El libro en cuestión se llama “Víctimas de la lactancia materna. ¡Ni dogmatismos ni trincheras!”.
Por lo que he leído en foros y periódicos varios, este señor, pediatra de carrera desde hace muchos años y jefe de pediatría en un hospital de Castellón hasta el año pasado, ha escrito un libro que dice que es bueno para el bebé que se destete total o parcialmente a partir del cuarto mes de vida. Su opinión es que la lactancia materna es oro pero que a partir del cuarto mes hay que introducir otro tipo de alimentos para que el niño tenga una nutrición óptima. Su pecado es que ha contravenido al lobby del club de la teta. Desde hace unos años, se ha creado una corriente de madres y padres que abogan por tener enchufados a los niños a la teta hasta que saquen la carrera universitaria. Suelen ser partidarios del colecho, porte del niño como un canguro y hasta de escuelas alternativas. Me parece todo estupendo hasta que se meten en cómo alimento a mi hijo o cómo le lavo el culo.
Una madre de una de estas asociaciones, creó una petición en la página Change.org para pedirle al director del hospital donde trabaja este señor que le destituya, por decir barbaridades que contradicen las recomendaciones de la OMS y de la Asociación Española de Pediatría. A mi juicio: una señora pide a un hospital que destituya a un profesional con una carrera de medicina y especialidad en pediatría por dar su opinión como médico. Aaaaaammmm…

Así que me puse manos a la obra para ver si podía comprar el libro en cuestión. No se vende en ningún sitio, salvo en una web donde está agotado, porque las librerías no quieren meterse en follones. ¿Por qué no venden el libro? Porque las asociaciones están amenazando con hacer “tetadas” en las librerías como protesta. (Con lo de las tetadas me viene a la mente a una señora dándole un tetazo a alguien en la cara, pero bueno…). Lógicamente, a ninguna empresa le gusta que se le planten nosecuantísimas mujeres tetando a sus bebés y prefieren no vender el libro. (Cosa que me recuerda a otra petición de Change.org en USA donde consiguieron que el WallMart no vendiera figuritas de Breaking Bad porque son una mala influencia para nuestros adolescentes).
Pero esas librerías sí que venden los numerosos ejemplares de un pediatra que baila al son de la teta: Carlos González. Yo misma aquí presente intenté leerme el libro “Un regalo para toda la vida” y tuve que dejarlo en el momento que decía que no sólo tienes que ofrecer el pecho a demanda (que significa que, aunque estés apretando en el baño, como a tu hijo le apetezca comer, tiene que comer) sino que tienes que ofrecer la teta como consuelo. Ahí ya cerré el libro y dije que nunca más leería nada de ese señor. ¿Qué es eso de ofrecer la teta como consuelo? ¿No puedes dar chupete porque se malacostumbran y sí puedes dar teta?
[Futura carta de una madre a la revista Superpadres de hoy: a mi hijo de 25 años le han echado de su trabajo y no sé cómo consolarle. ¿Qué debo hacer? Ayuda, por favor, estoy desesperada.
Respuesta de la revista: ¡Ni se le ocurra darle un abrazo y una cerveza! ¡Podría volverse alcohólico! Es mejor que se desvista de cintura para arriba y le ofrezca el pecho a demanda.]

El siguiente paso fue meterme en la web de la OMS para ir a la fuente de la sabiduría. Dicen que hay que dar leche materna exclusivamente hasta los 6 meses de edad y complementarla con otros alimentos hasta los 2 años. También dicen que la leche materna es la mejor porque “Además de los beneficios inmediatos para los niños, la lactancia materna propicia una buena salud durante toda la vida. Los adolescentes y adultos que fueron amamantados de niños tienen menos tendencia a sufrir sobrepeso u obesidad. Son también menos propensos a sufrir diabetes de tipo 2 y obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia”. Y por último dice que “Las preparaciones para lactantes no contienen los anticuerpos que hay en la leche materna. Si no se elaboran adecuadamente, conllevan posibles riesgos asociados al uso de agua insalubre y de material no esterilizado, o a la posible presencia de bacterias en la preparación en polvo. Puede producirse un problema de malnutrición si el producto se diluye demasiado para “ahorrar”. Mientras que el amamantamiento frecuente mantiene la producción de leche materna, si se usa leche artificial pero de repente se deja de tener acceso a ella, el retorno a la lactancia natural puede ser imposible como consecuencia de la disminución de la producción materna.”
Las conclusiones que extraje fueron las siguientes: los que han sido amamantados se ponen menos veces enfermos, son más delgados, son más listos y beben menos agua contaminada.
¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?
No se si serán más altos, más delgados y menos enfermizos, pero lo de listos…ahí ya lo dudo. Y si no, sólo tengo que remitirme al segmento de población que se supone que es muy lista y que dirige a este nuestro país: los políticos. Esas personas, seguramente han sido amamantadas, dado que son de una generación en la que todavía no existía la leche de fórmula o no estaba implantada. Evidentemente son seres sobrehumanos. Son guapos, listos, miden metro noventa y están altamente capacitados para gobernar a todo un país sin despeinarse. Mi madre me dirá: “Oye, no te metas con ellos, que seguro que sus madres también les daba leche condensada para complementar” y ahí tendré que callarme la boca.
Como dice mi marido y padre de la criatura: hace cien años eran todos unos canijos. Sólo hay que ver los marcos de las puertas de las casas de pueblo, que cada vez que entras a una te das un leñazo en la cabeza.

Por último, tenemos a los hospitales amigos de los niños. Ese es otro cantar. Yo tuve a mi hijo en uno de ellos porque se suponía que iban a respetarme como madre y parturienta. Allí me iba a sentir en un ambiente cómodo, respetuoso y controlado, donde iba a poder decidir si me depilaban el potorro o quería darme duchas de agua caliente mientras aullaba. La realidad fue que el hospital estaba colapsado. Nos pusimos todas de acuerdo (y eso que no había luna llena) y no sólo no me tuvieron atada a la cama para que no se me moviera el monitor fetal, si no que me hicieron perrerías durante horas para que pariera rapidito. Había tanto colapso que la ginecóloga que me operó ya casi no daba abasto y se pilló un rebote monumental conmigo cuando casi me tienen que reanimar porque no tenía tensión. Pasado ese momento, me separaron de mi hijo durante tres o cuatro horas. Más tarde, me obligaron a pedir repetidamente un biberón porque estaban empeñados en que el bebé chupara del pecho (y el pobre no quería, le daba un poco de asquete), después de sacarme la teta sin ningún miramiento y estrujarla para comprobar que en realidad era pura vagancia mía por no querer torturar a mi hijo sin comer hasta que no se agarrara a aquel pezón.
En esos momentos, en los que te sientes sola e indefensa, te vas creando una coraza. Así que le dije a mi marido que me comprara un sacaleches y que les dieran por el saco a todos.

Desde aquel momento, todo el mundo me pregunta por qué no di la teta. ¿Perdona?
¡Hasta mi dentista! Fui a mi revisión dental postparto (cuidaos mucho la boca, que los pequeños seres chupan el calcio de los dientes, como las hadas de Hellboy) y me encontró una caries gigantesca. El hombre, pensativo mientras me hacía efecto la anestesia, estuvo haciéndome preguntas sobre si había cambiado mis hábitos de higiene, dado que no entendía cómo en mi maravillosa boca podía haber ocurrido aquello. Hasta que le dije que había tenido un hijo. ¡Plin! Se le hizo la luz. Y todo sonriente me preguntó: le diste el pecho, ¿verdad?. No, le respondí. Y le hundí en la miseria. ¿Y por qué?, fue su siguiente pregunta. Porque no, respondí yo. (Eso por no decirle otra cosa un poco más cortante).
Cuando salí de aquella consulta, mi cuerpo empezó a segregar el juguito de la mala leche y me di cuenta de que todo el mundo se mete en tu vida sin ningún sentido. En el instituto por las pintas que llevabas, en tu juventud porque eras la más gorda/delgada/alta/baja y cuando eres madre por cualquier cosa que se le ocurra al de enfrente.

Es como la matrona y la enfermera que me tocaron en el centro de salud: ninguna de las dos había tenido hijos pero te juzgan por la clase de madre que eres. Es como cuando los curas te dicen cómo tienes que practicar sexo. Curioso, ¿verdad?

Finalmente, mi experiencia como madre es que para mí la mejor opción fue la lactancia mixta (en mi caso un mes y después la lactancia artificial) por varias razones:
Primera: no torturé a mi hijo obligándole a algo que no quería (si hubiera grabado un vídeo con su cara, se haría viral en Youtube).
Segunda: descansé. Al dar los dos progenitores el biberón te repartes la carga, con lo que puedes dormir cuatro horas seguidas. ¡Cuatro!
Tercera: me encanta que su padre le de el biberón, porque así él también participa en su alimentación. Creo que hacen una pareja muy bonita. El niño conoce a su padre y éste le mira con ojos de amor mientras le sujeta el bibe. Es precioso.
Cuarta: si el bebé/niño come biberón, puede alimentarle más gente. Esto significa que puedes irte una tarde por ahí a descansar o hasta salir por la noche. ¡Toma ya!
Quinta: ahora mismo no se me ocurren más, pero seguro que si me estrujara el cerebro me saldrían otras tres o cuatro.

Conclusión final que saco de todo esto. Me sigo cabreando con el temita de la teta, que me parece muy retro (mujer, quédate en tu casa dándole de comer a tu bebé, que es donde debes estar) y me parece indignante que la OMS diga que los bebés alimentados con leche artificial van a ser menos listos que los otros. Como los niños son muy sabios y saben qué necesitan, voy a seguir dejando a mi hijo, que es muy inteligente, que se coma lo que más le gusta en este mundo mundial: los libros de cartón (eso sí, no tiene preferencia entre los que están en inglés a los que están en español).

[El dibujo es una fiel representación del lanzamiento de chupo al patio de casa de los yayos. Mis padres tardaron un buen rato en conseguir «pescar» el chupete del tejadillo de la vecina de abajo].

Inteligencia de los bebés

Hoy vamos a hablar de un tema escabroso: la inteligencia de los bebés.

¿Es mi hijo listo? ¿Sacará buenas notas en el colegio? ¿Llegará a ser premio Nobel?
¡Y yo qué sé! ¡No soy adivina! Muajajajajaja.

Los padres nos hacemos estas preguntas a lo largo de la vida de nuestros retoños y, en mi opinión, lo mejor que se puede hacer por ellos es enseñarles el valor del esfuerzo. Casi todo en esta vida se puede conseguir con esfuerzo: sacar buenas notas, tener un cuerpo cañón, conseguir mucha pasta, salir con Brad Pitt… (esto último creo que no…qué pena).

Cuando estás embarazada oirás que circula un rumor sobre la gestación y el desarrollo cerebral de los bebés. Se supone que cuanto más tiempo esté un bebé en el útero materno, más inteligente será. ¿Y por qué? Pues porque su cerebro tiene más tiempo para desarrollarse y para crear más conexiones neuronales. Hay “estudios” que así lo confirman, aunque la mayoría de los médicos están de acuerdo en que la inteligencia de los niños es 50% genética y 50% ambiental. Así que padres y madres del mundo, hay que ponerse a estudiar con ellos.
Por esta regla de tres, mi pequeño monstruito va a ser un Einstein, ya que el muy jodío no quería salir y tuvieron que ayudarle en la semana 42 de gestación. ¡Toma ya! (Ya os contaré dentro de unos años si tengo que adelantarle un curso o si es un niño normal como los del resto de su clase).
Lo que sí es cierto, es que mi hijo tiene una inclinación natural hacia los libros. Literalmente se los come. Así que tuvimos que poner en el estante más alto del salón todos los maravillosos cuentos de cartón que le habíamos comprado y que todo el mundo nos había regalado, ya que tuvo un par de atragantamientos mortales al querer saborearlos. Y no es que les diera un rechupeteo hasta ablandarlos, no, los bababa hasta convertirlos en una pastosidad deliciosa y pa’dentro. Pasado el primer año de vida, te planteas el devolverle los libros para ver si ahora ya los lee, pero desechas esa idea cuando ves que le dan unas arcadas asesinas y compruebas que son porque tiene pegada en el paladar una hoja de tu revista favorita. Nuestra solución, comprarle libros de esos que se pueden meter en la bañera y son de plástico.

Otro factor en el que te fijas para saber si tu niño es inteligente o no, son los avances psicomotrices. Existe un test, llamado test de Denver, donde se pueden ir observando los avances de tu hijo. Es divertido si no te obsesionas (como con los percentiles). Va mostrando mes a mes lo que se supone que tu hijo tiene que aprender.
Al principio está genial, porque tu niño hace las cosas un poquito antes de lo que pone el papel, pero ¡ay!, cuando llega el momento de las palmitas, del cucú y mamá y papá…la cagaste. Si quieres no sonrojarte cuando vayas al pediatra, trata a tu vástago como a un mono de repetición. Pásate el día haciendo lo mismo una y otra vez, hasta que el niño esté tan hasta las narices de verte que lo repita para que pares ya de una vez.
Evidentemente, el nuestro fue el caso de llegar a la consulta del pediatra para una revisión rutinaria y salir de allí con la moral por los suelos. ¿Hace ya palmitas? ¿Te saca las cosas del bolso? ¿Juega al escondite? ¿Pone un cubo sobre otro?
Ehhhhhh, ¿tengo que dejar que me revuelva el bolso y se coma todo lo que encuentre dentro? ¿Tengo que tener cubos, aros, pelotas, barrilitos, estrellas y números de colores y materiales distintos?
Pues sí, tienes que tener en tu casa un amplio repertorio de juguetes, así que sal corriendo a comprar todo aquello que creas que puede desarrollar sus capacidades cognitivas y motoras (como hicimos nosotros nada más salir de aquella consulta infernal).
[Reflexión: cada vez que voy al pediatra, me siento como si fuera a pasar un examen de oposiciones. Duermo mal, me sudan las palmas de las manos, repaso antes de entrar todos los nuevos logros del niño… es espantoso. Primero, con las dichosas palmitas y “daba la mocita en su cabecita” y luego con los puñeteros purés y los sólidos. Sólo puedo llegar a la conclusión de que tengo un niño tan rematadamente listo que se lo pasa pipa dejándonos mal delante del médico].

Así que estamos siguiendo nuestro propio programa de inteligencia y lo que hacemos es ponerle los dibujos en inglés (que sólo le pongo cuando necesito media hora de relax ya que soy anti tele en infantes), llevarle conmigo a mis clases de conversación en inglés (sólo cuando es necesario, ya que es mi hora de espacio personal y me pongo morada a birras) y ponerle mucha música variada, para que su cerebro no se acostumbre siempre a un ritmo. Y cuando llego al pediatra y me pregunta…pues le miento, como la mayoría de los padres. ¿Da tres vueltas de campana? Sí sí, claro, desde hace dos semanas (y por dentro estás pensando que ojalá no te mande demostrarlo in situ).

Conclusiones finales: si vas a programar una cesárea, intenta posponerla todo lo que puedas, por si acaso (a no ser, evidentemente, que sea por problemas médicos); ponle a Pocoyó en inglés (es divertido, igual hasta aprendes algo tú también); háblale mucho, hasta que llegues al punto de decirle que se calle porque te va a explotar la cabeza; sé creativo (mete tapones de plástico y pelotas en una caja para que los saque y los meta) (crea tus propios cubos educativos con los cartones de las galletas y un vídeo del YouTube de origami); y sobre todo, ve a tu ritmo, no te agobies.

Be water, my friend.

Amazon, Ebay, Beruby

¡Hola padres y madres del mundo desesperados con las cuentas de diciembre!

Llegó el mes loco, donde tu cartera empieza a hacer operación bikini antes de tiempo y se te ponen los nervios de punta. ¡Llegaron las Navidades!
Si te has perdido el Black Friday y el Cyber Monday (*), no te preocupes, te doy unos cuantos truquitos para que esas compras que tienes que hacer se te hagan un poco más llevaderas.
Primero…¿por qué siempre esperas al último momento para comprar los regalos si sabes que los tienes que comprar igual? Lo de los Reyes o Papá Noel es como el marisco, siempre van subiendo de precio a medida que se acerca la fecha.
Como soy una mujer muy previsora, llevo comprando regalos desde hace dos meses, así que voy gastando poco a poco y no me duele tanto (amén de que tengo mucho más tiempo para mirar y comparar).
Al vivir en un pueblo donde no hay tiendas (¡carajo, es cierto!) suelo hacer todas mis compras por internet. Hace poco, me di cuenta de lo mucho que estoy enganchada cuando el de Seur me saludó como si fuera un colega de toda la vida. Así que, o cojo el coche para meterme en un horrible centro comercial atestado de gente respirando a la vez, o me siento tranquilamente en frente de mi ordenador con mi cafetito, mi tarjeta y mi PayPal.
La suerte que tengo es que mi hijo todavía es pequeño, así que no hace falta que esconda mucho los regalos. (Y al decir “esconder” digo ponerlos en una estantería lejos de su alcance).
[Aunque el otro día me di cuenta de que ya no es tan pequeño cuando me lo encontré agarrado a la cuna mirando a un punto del cielo. Me puse a su altura y miré a ese punto. Y me encontré, justo en la perspectiva, con todos los paquetes metidos en una bolsa. Y pensé: creo que ya se está enterando de que ahí hay algo para él].

Así que empecemos con el oasis de chollos.

Amazon: esta web es una fuente inagotable de regalos para mí. Tiene varias cosas que me gustan.
– Puedes comprar cosas nuevas o de segunda mano. Encontré un montón de librerías inglesas con libros de segunda mano tirados de precio.
– Puedes guardar productos en listas de deseos para comprarlos más adelante.
– Tienes la opción de crear una lista abierta para que la gente sepa qué te gusta y te lo pueda regalar.
– La opción Premium es genial. Pagas una cantidad fija al año (creo que son unos 14 euros) y no te cobran gastos de envío. Además, tienen productos que sólo se pueden comprar si eres Premium o están rebajados con respecto a su precio al público “normal”.
– Puedes escoger en cuántos días quieres que te llegue el pedido. Normalmente es gratis de 3 a 5 días, aunque siempre llegan antes.

Ebay: otra web en la que compro y compro. Ventajas:
– Hay vendedores de todo el mundo, por lo que puedes comparar muchísimo.
– Tiene un buen buscador y unos buenos filtros.
– Al pagar con PayPal, si tienes problemas te reembolsan el dinero.
– La opción “subasta” es genial y adictiva. Tienes que estar libre los 5 últimos minutos de subasta, así que ponte un aviso en el móvil. Puja con el dinero máximo que quieres pagar y hazlo en los últimos 3 segundos. Te lo llevarás fijo. [Estoy pensando que voy a hacer un comentario más ampliado de esto más abajo].[**]

Aliexpress y Alibaba: son dos webs con productos chinos al por mayor. ¿Qué significa esto? Pues que tienes todas aquellas cosas que te compres en dichas tiendas pero a bajo coste. Estoy flipada con las postales y las pegatinas. Si te gustan las manualidades, no entres, te gastarás todo el suelo. También tiene móviles de última generación a precios de ganga (eso sí, ojo con el idioma en el que vienen, porque mi marido se pasó tres días encerrado en casa estudiando cómo cambiarle el idioma de chino a español).

Comparadores de precios: ya os hablé alguna vez de ellos. Son webs donde introduces el producto que quieres (marca, medidas, color) y te muestra el catálogo completo de webs donde puedes adquirirlo y el precio. Te ahorras mucho trabajo. Yo suelo usar Twenga.

Beruby: es mi último descubrimiento. Es una web de cashback. Me explico. Es un buscador con webs de todo tipo que funciona como google. Al entrar a otra web a través de esta, te devuelven un porcentaje de lo que compres. Ejemplo: entras en beruby. Hay cashback en Amazon en la sección de juguetes. Pinchas. Compras en Amazon, en esa sección como harías normalmente. Pagas. Pasados 15 o 30 días (depende de la oferta), te reembolsan un 5, 10, 15% de lo que hayas pagado.
Lo que hace beruby es almacenar ese porcentaje en dinero que luego te ingresan en tu cuenta o en PayPal.
Además, puedes ganar dinero extra viendo vídeos de publicidad o registrándote en webs que te propongan desde esta página.
¿Lo mejor? Tiene oferta de todo tipo. Hoteles, vuelos, restaurantes, ocio, belleza…

Así que, si quieres comprar por internet, aquí tienes oro líquido para tu bolsillo.
Importante: siempre hay que tener cuidado con los precios y los gastos de envío. A veces son muy “cucos” y te ponen el precio sin IVA o unos gastos de envío altísimos, así que cuidadín con esto.

*Black Friday: viernes siguiente a Acción de Gracias, donde las tiendas (físicas y online) hacen descuentos especiales. Cyber Monday: es la primera vez que lo veo, pero creo que es el lunes después del fin de semana del Black Friday. También con descuentos especiales por internet.

**Explicación de pujas por Ebay. Es un sistema que tardé en pillar un poco, pero que me sube la adrenalina a tope. Consiste en pujar en el último momento. ¿Por qué a última hora? Porque si no, la puja se aumenta tontamente, ya que siempre habrá alguien al que le das tiempo para que puje por encima de ti. ¿Cómo funciona la puja automática? Introduces en el recuadro de “puja ya” la cantidad máxima que estés dispuesto a pagar. Le das a comprar y esperas. (La puja consta de dos confirmaciones, así que tienes que quedarte esperando entre la primera y la segunda). Verás que hay un cronómetro en rojo con el tiempo que falta para que se acabe la puja. Así que se te pondrá el corazón a tope, porque como el precio sea suculento verás cómo sube y sube, ya que habrá más gente como tú que esté esperando al último segundo para pujar. Así que aguanta, aguanta (como en Braveheart) y, en cuando queden 3 ó 4 segundos, ¡puja!. ¿Qué puede pasar? Primero, que no te lleves el objeto porque alguien pujó más alto que tú en el último segundo (o que su puja automática sea más alta que la tuya). Segundo, que te lleves el objeto por el precio máximo (esto quiere decir que tu puja automática era la más alta). Tercero y lo que más mola, que te lleves el objeto por menos dinero del que pusiste en tu puja automática (que significa que hubo pujas, pero no llegaron al límite de tu puja, por lo que la puja vencedora es la tuya sin llegar al límite).
Es un poco complicado de entender, pero en cuanto lo hagas un par de veces, lo pillas seguro.
Acuérdate, que el precio de la puja no incluye los gastos de envío, y que no siempre está en euros (pujar en libras es peligroso, porque parece menos dinero del que luego es al pasarlo a tu moneda).

Espero que me adoréis por todos estos consejos y que me pongáis una estatua con toda la pasta que os estoy haciendo ahorrar. Y si no, me encantan los bombones de praliné y las Polly Pocket de principios de los 90. JE JE JE.

Vacunas

¡Bienvenidos a vacunalandia!
Al nacer un bebé, te dan un librito muy mono con un montón de consejos médicos, dibujitos de los dientes y un calendario de vacunas. Cuando lo ves, piensas: ¡menos mal que yo no me acuerdo! Realmente, es una tortura china.
Durante su primer año de vida, le vas a poner una media de tres vacunas al trimestre, aunque al final acabarán siendo más.
¿Qué ha ocurrido en estos últimos años? Pues que las farmacéuticas han descubierto un filón enorme en el miedo. ¿Quieres ser un padre ejemplar? ¿No quieres que tu hijo pille el virus más raro del mundo? ¡Pues vacúnalo!
Así que, además de meterle la pila de bichos oficiales, les metes los de clavo.
Esto se traduce en:
Primera visita al pediatra después de nacer. ¿Qué vacunas me recomienda ponerle? Bueeeeeeno…pues verá. Tiene la del Prevenar, que es un meningococo que le puede provocar un montón de cosas horribles. Luego tiene la del Rotatec. ¿Va a ir su hijo a la guardería? Si es así, póngasela, porque aunque sólo evita que tenga una diarrea fuerte y sólo se mueran los niños del tercer mundo, tiene que ponerla porque si no igual no me puedo ir de vacaciones a las Bahamas. Y la de la varicela…pues ya queda a su elección, pero no estaría de más.
Así que ahí te ves, ante la difícil elección de vacunar a tu bebito contra todos los males de la caja de Pandora o cruzar los dedos para que no pille nada sin tener la cura milagrosa dentro de su cuerpecito.
Y estaréis pensando, ¿por qué no le pones todas y ya está? Pues porque hay una cara B. Cada vacuna en cuestión te cuesta alrededor de 80 euros y hay que poner entre 3 y 4 dosis, con lo que la broma te sale muy cara. Y luego están las cuestiones de futuras enfermedades. Resulta que con la varicela hubo una polémica bastante grande, ya que por lo visto, si vacunabas al infante contra esta enfermedad, luego podía cogerla de adolescente y, en vez de tener una varicela picajosa, tienen un herpes zóster.
Total. Estamos vacunando al pequeñajo contra el meningococo, que es el que peor suena, y lo demás lo dejamos al libre albedrío de la naturaleza.
[Nota informativa: después de todo el lío con la vacuna de la varicela, resulta que dejaron de venderla a farmacias y hospitales, así que hubo un montón de niños que se quedaron sin ella o sin alguna de sus dosis. ¿Qué ocurrió? Pánico generalizado. Los padres histéricos, se dedicaron a viajar a Andorra para contrabandear con vacunas de la varicela y los demás a despotricar contra la administración sanitaria. Y yo me pregunté: ¿no sería más fácil hacer una fiesta de la varicela como las que salen en los dibujos y dejarnos de cuentos?]
Y después de todos estos devaneos mentales, viene la parte de…CHÁAAAAAAAAN…¡los calendarios por Comunidades Autónomas! ¡La cagaste!
Para aquellos padres que seáis viajeros o tengáis la intención de serlo, sabed que cada Comunidad Autónoma tiene su propio calendario de vacunaciones para hacernos la vida más fácil. Así que si sois de esos ingratos que os fuisteis a otra parte de España en vez de quedaros en vuestra tierra de origen a producir para vuestros paisanos y volvéis de vacaciones para ver a vuestra familia y amigos porque los echáis de menos, pues os jodéis y planificáis con antelación si os toca o no ponerle vacuna.
“No hay problema, yo llevo una agenda con todo”, me dije. Llego a Asturias y me voy a mi centro de salud del barrio de toda la vida. Pregunto, me dan cita y voy a la enfermera. Ésta me pregunta por los meses del bebé y se levanta de la silla. Yo le digo: seguimos el calendario de Andalucía. Se sienta. Me mira con cara de: ¿qué me estás contando? Y me tiro la siguiente media hora intentando explicarle que vivo en Andalucía y que tenemos otro calendario de vacunaciones, por lo que no puede ponerle las vacunas que a ella le venga en gana. La enfermera sabe lo que hay, que para eso es una profesional, pero le toca las narices tener que pensar.
Y ya por último, las mutualidades. Si eres funcionario, puede que estés en una de ellas, como MUFACE, MUGEJU, ISFAS… y tendrás dos opciones: seguir con los médicos de la Seguridad Social o pasarte a una compañía privada. Si estás en una de las últimas, tendrás problemas en muchos aspectos. Las vacunas es uno de ellos. Las que no son de pago, te las tienen que poner en la Seguridad Social, así que tendrás que llevar tu tarjeta de mutualista-compañía cuando vas a pedir cita al centro de salud. Así que paciencia, te mirarán muy muy mal.
Conclusión: el primer año de vida de un bebé es jodidamente difícil. Te pinchan, se te rompen las encías, creces un montón, tienes que aprender a caminar, te cambiarán la dieta varias veces, te pasarás el día escuchando a la gente decir “bu bu bu” o “di papá, di mamá”…entretenido, ¿verdad?

Farmacia online

(PARENTAL ADVISOR O ADVERTENCIA PARENTAL): este post contiene material escatológico no apto para mentes sensibleras.
Ha llegado el momento de desvelar uno de mis mejores secretos en compras para bebés: las farmacias online.
Cuando nace tu bebé, tienes que plantearte el dilema de qué clase de leche le vas a dar. Tienes varias opciones: leche materna, leche de fórmula y lactancia mixta (es decir, un poco de cada). Como de momento no voy a entrar en cuál es mejor o más recomendable ya que no quiero perder a la mitad de mis lectores (he tenido intensos y amargos debates sobre este tema), os voy a contar el truco del almendruco para aquellos que optéis por la leche de fórmula o de polvos.
En el mercado existen montones de marcas y de variantes. Tenemos las leches de farmacia y las de hipermercado. Todas son buenas, pero hay que encontrar la que mejor le vaya a tu nene y la que más le guste (porque los bebés son pequeños gourmets cabroncetes y no todo le va a gustar). Así que, lo primero que hay que hacer es ir probando. Escoges una, al azar, o te dejas asesorar por el pediatra (que normalmente te recomendará la marca que le va a pagar sus próximas vacaciones) y le das dos o tres biberones. ¿Le gusta? ¡Eres un crack y acertaste a la primera! ¿No le gusta? Pues compras un bote de otra marca y el que tienes en casa lo usas para hacerte el café de por las mañanas.
Una vez que encuentres LA MARCA, tienes que observar a tu hijo. ¿Tiene cólicos? ¿Diarrea? ¿Estreñimiento? ¿Regurgita? ¿Está poseído? ¿Gira la cabeza sin control?
Analiza todas las variables posibles y tendrás el tipo de leche que necesitas.
AC, AE, AR, sin lactosa, Premium… incluso puede que necesites ir alternando dos tipos de leche distintos: anti estreñimiento (AE) con la normal cuando se descagalurcie demasiado, anti regurgitaciones (AR) con anti estreñimiento (AE) cuando se pase tres días con todo dentro y así hasta el infinito. Te lo pasarás genial haciendo quinielas de cuál es la leche que le sentará mejor en la siguiente toma.
Y cuando ya estés seguro 100% de qué necesita (¿de verdad estás tan seguro? ¿eh?), es cuando pasamos a la maravilla de internet número 1: las farmacias online.
Cuando nació nuestro hijo, decidimos darle leche de fórmula (estuve tres semanas con lactancia mixta, pero era tan horroroso pasarme el día succionándome las tetas que abandoné la idea de la leche materna casi al quinto día de estar en casa), así que el padre se fue a la farmacia y volvió con un bote de leche marca Novalac. ¿Por qué esa marca? Pues porque era la que tenía el bote más bonito. Le dimos esa leche durante un mes aproximadamente y como nuestro hijo no nos dio nunca nada que hacer, no necesitamos experimentar mucho. Así que empezamos a investigar en qué establecimientos podíamos comprar la leche a mejor precio.
¡CUIDADO, SPOILER PROVOCA INFARTOS! La leche de fórmula, ésta en concreto, nos costaba unos ¡21 euros por bote/semana! ¿Qué quiere decir esto? Que al mes, sólo en leche, gastábamos casi 100 euros (porque en realidad, el bote casi nunca duraba la semana completa).
Haciendo números y echando humo, metimos en un comparador de precios la marca de leche que estábamos usando y…¡voilá!
Encontramos una farmacia online que nos dejaba el bote a 12,20 euros. Esto supone un ahorro del copón.
Ahora es cuando mentalmente te estás preguntando: ¿pero es seguro comprar alimento de bebé por internet? ¿y si está contaminado/manipulado/caducado? ¿me puedo fiar?
Yo también me hice esas preguntas y decidí investigar un poco esa farmacia. Lo que acabó de convencerme del todo es que tiene sede física, es decir, si quieres puedes comprar la misma leche que te venden por internet en el mostrador. Eso sí, a precio de farmacia. Y ahí es donde te das cuenta del pedazo de beneficio que se sacan estos establecimientos de un producto tan básico como éste…
Así que hicimos nuestro primer pedido. Empezamos con 6 botes de novalac 1 y una caja de cereales sin gluten, ya que el envío te sale gratis a partir de 75 euros de compra, y cruzamos los dedos. No sólo no nos llegó el pedido en dos días, sino que venía lleno de muestras de cremas para escoceduras, leches de distintas marcas y champú anticaida.
La sensación fue casi como encontrar la Atlántida.
[Al comenzar a escribir este blog, tenía la idea de no escribir marcas comerciales o de empresas, pero estoy dándome cuenta de que quizás no sea muy útil hacer esto, ya que el objetivo principal es ayudar a los futuros padres y madres del mundo a que se sientan un poco menos patosos]
Por tanto, os dejo el nombre de mi pequeña isla mítica: farmacia Vence (www.farmaciavence.com). Realizan envíos gratis en Galicia a partir de 50 euros de compra y al resto de España a partir de 75.
¿Es mucho dinero para gastar de golpe? Pues no. Te vas a fundir eso y más en un mes, así que merece la pena despejar una estantería para guardar las pilas y pilas de botes que vas a comprar (siiiiiiiii, que lo se yo).
Lo que se puede hacer también es aprovechar el envío para comprarte los potingues que te suelas untar o para llenar el botiquín de primeros auxilios, pero te recomiendo que no lo hagas porque es altamente adictivo.
Para finalizar, contaros que hay muchas otras webs de compra masiva de consumibles para bebés como, por ejemplo, los pañales. No estoy tan puesta en estos temas porque suelo comprarlos en hipermercados, aprovechando las ofertas de 2×1 o las de la segunda unidad al 70% de descuento. Te aconsejo que siempre aproveches estas oportunidades magníficas de ahorrar dinero, a no ser que vivas en un maravilloso piso de 50 metros cuadrados, ya que cuando hagas cuentas a finales de mes verás el pastón que has dejado de gastar gracias a mis maravillosos consejos en este blog.
Así que padres y madres del mundo, id corriendo a sacaros las tarjetas del Carrefour de familias numerosas, menores de 30, mayores de 65 o lo que pinte y aprovechaos del sistema capitalista para exprimirlo a tope.
Y la pasta que os sobre, la vais metiendo en una hucha para cuando os abofeteen en el preescolar con la lista de material escolar.

Ecografías 4D

¡Señoras y señoras! ¡Se acabaron las ecografías convencionales! ¡Ahora la moda son las ecografías en 4 dimensiones!

Hasta ahí, la publicidad flotaba en el aire. Sólo era algo que se hacían las famosas y las pijoterillas. Pero ¡ay!, las hormonas hicieron su efecto burbujeante en mi cerebro y ¡cataplof!, yo ya estaba tumbada en la camilla del centro de Ecoprivadocarísimo.
Al hacerte tu primera ecografía de las normales, solo ves en una pantalla una cosa parecida a un alien en blanco y negro y el tocólogo, todo feliz, te dice: mira su cráneo, mira su fémur, mira sus huevos. Y tú, por más que gires la cabeza o hagas el pino, sólo ves imágenes de ordenador de los 90. Así que te quedas con la sensación de que te estás perdiendo una parte de tu hijo. Esa que sólo pueden ver los médicos que se han estado entrenando antes con las fichas del ojo mágico (aquellas que se supone que tenías que ver un dibujo en 3D, pero que sólo servían para aumentarte la miopía). Y piensas: ¿por qué no voy a pagar un poco de dinero por ver a mi hijo en la barriga? Total…¿cuántos más voy a tener? ¿Otro más? Bueno, no es tanto dinero…
Y es cuando acabas llamando para pedir cita.

Pero no es tan fácil… tienes que llamar entre la semana 28 y 32, porque es cuando mejor se ve al niño. Antes, será un algo tan deforme que perderás la gana de verle la cara cuando asome por tus piernas y después, estará tan comprimido contra el útero que verás una masa de mejillas y dedos como si fuera un chino en el metro.
Así que hay que ser previsor y, calendario en mano, llamar para que te den cita entre esas semanas.
Te dirán que dos días antes tienes que beber 2 litros de agua al día y ese mismo día ir hinchada como una pelota (¿en serio pretendes estar una hora apretándome la barriga con la vejiga llena?).
Te dejan ir con 3 o 4 acompañantes, pero más de dos sobran.
Nosotros fuimos solos, sin nadie más, y fue todo muy tranquilo.

Te dan a escoger entre varias opciones: ecografía simple con impresión de fotos, ecografía con vídeo e impresión de fotos y ecografía con vídeo, fotos y el sonido de tu corazón (porque se supone que luego se lo vas a poner al bebé y se va a quedar tan flipado que te dejará dormir, je je je).
Nosotros escogimos la del vídeo, porque total…ya puestos… y la verdad es que mola un kilo y medio. Ves a tu bebé comiéndose el pie, bostezando y…¡poniendo los cuernos de heavy!
Si es que de algo tenían que servir las interminables maratones que le poníamos a todo trapo para que la música traspasase todas mis carnes.
Luego, al ver las fotos y el vídeo en casa, ya puedes invitar a toda la familia con un cuenco de palomitas (aunque mi padre se negó, porque le daba mucho repelús ver a un niño que todavía no estaba fuera).

Los bebés aparecen muy hechos. Se les ve la cara, muy parecida a la que tendrán a las 40 semanas, y sus dedos, sus orejas, sus pies y el cordón umbilical. Casi parece que hasta te saludan.
Para los padres es toda una sensación, aunque si bien es cierto que para ellos, cuando ya sean mayores, va a ser muy raro el verse en fotos ya desde fetos. Es casi como el “Show de Truman”. Paranoico.
[Aviso: los bebés, a partir de la semana 40 de gestación van canibalizándose, así que saldrán más delgaditos y arrugados de lo que deberían. No pasa nada, pero parecen una anguililla.]

En resumen. Tenemos un vídeo y un cd lleno de fotos de nuestro hijo a las 26 semanas de gestación (porque me la hice en Gijón en unas vacaciones y tenía que ser esa semana sí o sí).
Si te la vas a hacer piensa en que no te va a aportar nada nuevo, que las ecografías oficiales son las que valen. Pero siempre agrada mucho el poner en un álbum una fotografía con una cara con ojos y no una burbuja grisácea con fondo de nieve (que es lo que se suele ver en la consulta del médico).
Y por otra parte, también es muy placentero el poder pasarte casi una hora viendo al bebé hacer monerías y poder decirle al técnico que mueva la maquinita como a ti te parezca y no sólo donde convenga para hacer las mediciones de cabezón y pierninas.
(Y además, siempre te suelen dar gominolas para que se excite el bebé y te fría a patadas la vejiga llena de agua).

Para acabar os contaré que gracias a toda la música que le puse a mi hijo durante el embarazo, ahora se duerme o baila cada vez que oye rock duro. Pero es ponerle la radio de éxitos del momento y chilla y llora como un poseído… ¡pero que niño tan listo!