Hoy vamos a hablar de los accesorios.
Cuando tienes un bebé no eres consciente de todo lo que necesita y el espacio que conlleva.
Lo que vas a comprar para tu retoño es inversamente proporcional, en tamaño, a lo que él va a ocupar.
Después de alucinar con lo rápido que vas a llenar el espacio de la habitación con los básicos, llega el momentazo de pensar en qué accesorios son necesarios y cuáles son superficiales pero monísimos.
En nuestro caso, compramos algunos por capricho, otros por necesidad y otros porque nos entraron por los ojos.
Necesidad:
– Hamaquita. La compramos de segunda mano. Un modelo de Fisher-Price que nos encantó y a la que yo ya le tenía el ojo echado desde que supe que iba a ser madre. Estaba nueva después de haberla usado tres niños y lo único que hicimos fue lavarla y ponerle pilas. A nosotros nos salvó la vida en más de una ocasión, porque sentábamos al peque y le balanceábamos para que no diera el coñazo. Como nos quedaron los tobillos reventaos (después de machacar los lumbares), le pusimos una cuerda atada a una de las patas y listo. Nos pegamos unos grandes momentos de sofá y peli tirando del invento.
– Corralito. También llamado parquecito. Compramos de segunda mano una versión igualmente válida: una cuna portátil. Es muy útil cuando ya está un poco más crecidito. Lo metes ahí con pilas y pilas de juguetes y se puede tirar largos ratos en un espacio controlado sin que lo tengas que atar a la pata de la mesa. También sirve como contenedor para todos los peluches y bloques de madera que tendrás desparramados por toda la casa.
– Esterilizador. Éste no lo meto en los básicos aunque debería. Lo vas a usar a diario los primeros meses de vida. Los hay de microondas, de líquido y eléctricos. Nosotros compramos el de micro porque lo vimos muy práctico. Pones los bibes y los chupos en una rejilla con un poco de agua en el fondo, 5 minutos calentando y listo.
Es accesorio porque puedes hacerlo a la manera tradicional y esterilizar con agua hirviendo en una cacerola. Te va a llevar mucho más tiempo y vas a perder mucha energía.
– Termos comida. El mejor invento del ser humano para padres que no quieren vivir atados a una cocina. A nosotros nos regalaron dos: uno para el agua (lo adorarás cada vez que prepares un biberón de madrugada) y otro para la comida (que te permitirá viajar o comer fuera de casa). Los hay de todo tipo y tamaño. No seas tacaño y busca un buen modelo, que los vas a usar mucho tiempo.
– Chichonera. ¿Chichoquéeeeeeee?, fue la pregunta del padre. Es un protector de cuna, algo acolchadito, que se pone por dentro de los barrotes para que al bebé no le salgan muchos huevos cuando se ostie al dormir. Es útil porque además evita que saquen los pies y las piernas por fuera de la cuna y que te los encuentres chillando a grito pelao porque están hechos un lío con la mitad del cuerpo fuera y la otra mitad dentro. (Es evidente que esto ya nos pasó).
Madres del mundo: no intentéis que los papás recuerden esta palabra, es una batalla perdida.
Capricho:
– Papelera para pañales. Es el único capricho caro que me permití comprar nuevo y con recambios. Me explico. Es una papelera con una bolsa dentro. Metes el pañal, enrollas la bolsa y se queda lista para otro pañal. Como la bolsa es continua, los pañales se van a quedar como choricinos: cada uno en su compartimento. Esto hace que los olores no salgan de la papelera y te ahorrarás estar bajando a la basura cada media hora.
Esta papelera es cara, no porque tenga un precio demasiado elevado (cuesta unos 30 euros), sino porque hay que comprar los recambios de las bolsas y esto es lo que encarece el producto.
Nosotros la compramos en Amazon y cada tres meses, más o menos, compramos una caja de 6 recambios.
Evidentemente te va a salir mucho más cara que una papelera tradicional, pero por eso la pongo en el apartado caprichos, porque me mola un huevo y me encanta cada vez que la uso.
– Robot de cocina. Aquí tienes miles de opciones para comprar la que mejor te venga. A nosotros nos regalaron uno de segunda mano que cuece las verduras y la carne al vapor y luego lo tritura todo. Está muy bien, porque lo metes todo bien pelado y troceado y a los 15 minutos tienes la comida lista para dos veces. La trituradora deja el puré un poco espeso y como nuestro hijo es un poco tiquismiquis, se los tenemos que triturar con una batidora.
¿Se puede vivir sin él? Pues sí, perfectamente. Yo estuve dos meses cocinando las papillas sin el robot y no pasa nada. Para lo que sirve es para ahorrar tiempo y cacharros para fregar.
Compras impulsivas:
– Gimnasio de suelo. Es una mantita, un poco forrada, con una estructura de plástico de la que le cuelgan figuritas de colores. Mi hijo no lo usó mucho por dos razones: cuando era muy pequeño le daba cosa estar ahí tumbado sin algo que lo envolviera (como la hamaquita o la cuna) y cuando ya se hizo un poco más grande, prefería rodar por el suelo que estar parado en un solo punto. Así que, al final, no lo usamos mucho. Cuando sea un poco más mayor, le pondré la manta en el suelo para que no se le enfríe el culo y le daré los palos de la estructura para que nos fustigue a todos un poco con ellos, pero como gimnasio…
¿Lo bueno? Que me salió tirado de precio en una tienda de segunda mano, así que no me duele.
– Cangurito. Son unos aparatos de sadomasoquismo que usan los progenitores para llevar a su bebé cerca de ellos y de paso para romperse la espalda antes de tiempo.
Nosotros le compramos a una chica el suyo, nuevecito (porque son una tortura y lo había usado dos veces) y supersónico. Se supone que tenía tres posiciones para que fuera creciendo con el bebé y que iba a ser una maravilla de la tecnología… ¡mentira!
Lo usamos tres o cuatro veces mientras nuestro hijo no pasó de los 5 kilos de peso.
Si quieres quedarte baldado, cómprate uno.
Y hasta aquí los cacharros para bebés. Próximamente, el carricoche.