Loca por la lana

¡Examen superado pero raspadito raspadito!
A la vuelta del pediatra, ese temido hombre por madres e hijos, he comprendido dos cosas: una, que siempre va a haber algo que le falta por hacer (palmitas, decir no, cantar en latín…) y dos, que nunca se me va a quitar esa sensación de tribunal examinador.
Llegas allí, le dices que vas a revisión/consulta, desnudas al niño y empieza el calvario. “Pues tiene una erupción en la papada”, “pues tiene que comer más sólidos aunque le den arcadas mortales”, “pues ya debería saber abrir las puertas con una llave”, “pues ya tendría que pintar cuadros con los pies”… ¿en serio me recomienda/obliga a enseñarle a abrir puertas con una llave? Y cuando se escape a la calle porque ya sabe meter la llave y girarla…¿me va a decir que soy una irresponsable por enseñarle esas cosas? Sinceramente, con que sepa decir la palabra “llave” me llega y me sobra.
Llega un punto en la vida de todo padre o madre en que te das cuenta de que no eres un maestro para tu hijo ni él te ve como un filósofo griego, sino que eres el cuidador de un bicho que no para y que se intenta tragar todas las mierdas que encuentra por la calle. Así que, en un momento de reflexión mientras tu bicho duerme la siesta, te paras a pensar si esa situación cambiará o va a ser así de terrible toda la vida. No te preocupes, en unos 30 años ya tendrás un retoño independiente.
En un momento de caos y confusión, con todo el salón lleno de muñecos parlantes y sonidos de fábrica y un niño en medio aporreando todo con su nuevo martillo de Thor (regalo de Reyes) como los monos de “2001: Odisea del espacio”, te planteas la urgente necesidad de buscarte algo que te relaje. Y dicho y hecho. Así que me puse manos a la obra y me metí de lleno en el mundo del ganchillo o “crocheting”, que es más moderno.
Granny squares, tapestry, amigurumis, fundas para tazas, mantas, gorros… ¡vaya, me encanta!
La gente me mira como si una vieja me hubiera poseído por la noche, pero la realidad es que es tan relajante que casi hasta estoy pensando en hacerme artesana, jejeje.
El ganchillo te envuelve con sus suaves lanas y agujas de colores y hace que te enfrasques tanto en la labor que la casa puede arder y no te vas a enterar.
Ya había hecho un intento hace un par de años con los amigurumis, pero no acabé de pillar bien el rollo al ser muñecos muy pequeños. Y me decidí con un gorro para mi hijo.
Ahora viene la parte de las compras. ¿Dónde adquirir la lana? ¿Qué lana usar? ¿Qué medida de aguja? Uffffff, ¡Youtube, ayuda!
Me hice con el patrón y me metí a bucear en ebay, por supuesto. Encontré una tienda inglesa donde venden unas lanas de algodón maravillosas, lo que pasa es que hay que comprar por los menos 3 ovillos para que los gastos de envío salgan rentables. (Acordaos siempre que las libras, al cambio, engordan el precio).
Llegó el paquetito, tejí un gorro precioso con orejas y ojos, se lo puse al pequeño monstruo y… se lo quitó inmediatamente. No hubo manera humana de que le aguantara en la cocorota más de 30 segundos (y eso que era con orejeras y cordón para atárselo fuertemente al cráneo). Así que fui a preguntarle al padre de la criatura si quería que le hiciera un gorro para él… y su cara ya me contestó. Por lo que decidí mandarlos a la porra a los dos y hacerme una manta para mí con granny squares, que son los maravillosos cuadraditos de abuela que llevan en nuestras casas desde tiempos inmemoriales.
Y me enganché.
Ahora, mi casa está llena de mantelillos, posavasos, fundas de todo lo imaginable y lanas por todas partes. Voy por mi tercera manta, ésta en zigzag, y cada vez que tengo un ratito, ¡zasca!
Luego ya pasé al nivel de comprar manuales con patrones. A mi me encantan los libros de segunda mano ingleses, porque cuestan ná y menos y soy feliz amasando proyectos. Pero tienen la pega de que tienes que tener cierto nivel para poder desentrañar el idioma gancheril en gringo.
Y por último, ya estoy en modo expert desde que me apunté a una clase de ganchillo. Son las dos horas más divertidas de la semana. Aprendo mil cosas fabulosas y me entero de todos los cotilleos del barrio (y las señoras son mundiales).
Así que os recomiendo encarecidamente que os montéis en el carro del ganchillo. Es una afición tranquila, bonita y muy muy desestresante.
Para finalizar, deciros que intentaré escribir más a menudo, ya que estoy flojeando un poco últimamente, así que lo que voy a hacer es escribir posts más cortos pero más intensos.
¡Larga y próspera vida!

1 comentario en “Loca por la lana

  1. barbaritus Autor

    ¡Uuuupsss! Se me olvidó contaros que mis marcas de lana favoritas son Drops y Lanas Stop. La primera es fabulosa para proyectos grandes. Los ovillos de algodón son estupendos y están a muy buen precio. Y para cosas más detallistas o delicadas, Lanas Stop tiene una gama preciosa de colores.

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