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Cuando el escupitajo te cae en la cara

Cuando estás embarazada, te haces una idea de cómo será la educación de tu hijo. Te forjas unos valores inquebrantables de los que no te va a mover ni un cataclismo nuclear…pero llega la franja 1 a 2 años y tus férreas convicciones se van al traste.

Yo era de esa clase de madre que pensaba: “los dibujos, hasta los 12, en pequeñas dosis”; “nada de móvil ni de ordenador hasta que no entre en la edad del pavo”; “voy a dejar que se arrastre por el suelo como si no hubiera un mañana”; “mi hijo jugará con todo lo que él quiera”.

Y la realidad se impuso.

No sólo le meto de vez en cuando maratones de una hora de dibujos, si no que restrinjo mucho los juguetes con los que jugar (y con los que alcanzar en la cabeza a mamá y papá), y ya no quiere comer sin el móvil enchufado.
Después de pegarme, sudar y desquiciarme con mi pequeño NO-ME-DA-LA-GANA-DE-COMER-PORQUE-NO-TENGO-HAMBRE, probé a darle la papilla con Peppa Pig en el móvil…y se pone en modo automático. Entre risa y risa, ¡zasca!, cucharada que te crió. Esto puede sonar maravilloso hasta que un día te quedas sin batería en el móvil a medio potito. Y ahí empiezas a hacer todo tipo de sonidos guturales parecidos a los de un cerdo en plena matanza y a hacer muecas ridículas para intentar que tu pequeño monstruo se ría de ti y le endiñes otro par de cucharadas.

Mi ideal de madre-hijo era que él iba a sentarse en su trona, a comer solo, sin tele y contándome todas las cosas que había hecho en la guarde ese día. Es lo que se llama expectativas vs. realidad. Lo que de verdad pasa, es que lo meto como puedo en la trona entre gritos y patadas, le pongo el móvil con la dichosa niña-cerda que es una marisabionda y a la que ya no soporto, le doy la papilla como puedo porque al niño no le apetece masticar sólidos y le dan arcadas mortales y, con un poco de suerte, no acabamos entre gritos y lloros. Porque la verdad verdadera es que a mi hijo lo que más le apetece hacer cuando llega del cole es echarse una siesta. Y menos mal que duerme con un bendito, porque si no yo ya estaría de vacaciones permanentes en la otra punta del mundo.

¿Y qué pasa cuando tienes un niño polvorilla? Pues que de vez en cuando te apetece descansar y le pones las famosas maratones Peppa Pig-Pocoyó-lo que pongan en la tele en ese momento. Y el niño se queda como un bobo delante de la caja tonta (que supongo que por eso la llaman así). Y tú te puedes tirar media hora con una paz en el cuerpo que ni en la ONU cuando están de buenas.
Eso sí, los dibujos todos en inglés, que el niño me tiene que salir bilingüe y así de paso algo se nos queda a los padres.

Luego sales a la calle, porque ya estás que no te aguantas de recoger juguetes por el suelo y rompes tu segunda regla inquebrantable: dejar que el niño se ensucie.
Tocándome la barriga me decía para mis adentros: “no te preocupes, yo voy a dejar que te llenes de mierda y polvo, no como esas otras”. (Yo pensaba mucho, porque me daba a mi el pálpito de que mi simbiosis con el bebé también era cerebral y se iba a enterar de todo).
Hasta que sales a la calle y tu querido correcaminos empieza a tocar todas las columnas donde los perros hacen pis, a comer todas las piedras del parque y a tirarse en los arenales a hacer ángeles con los brazos (como en las pelis cuando nieva). Y tú empiezas a ponerte lívida pensando en todos los gérmenes que tu hijo está ingiriendo y que luego se transformarán en diarreas, gastroenteritis, mocos o pegotes en la lavadora. Así que suavemente le apartas del cajón de arena para gatos que hay en los parques, del camino lleno de gravilla del carril bici y de las playas, zonas ajardinadas y matorrales que te vas encontrando por la vida.

Y el niño venga a comerse hierba y venga a chupar colillas.

Cuando eres madre, te das cuenta de lo guarras que somos las personas y de la mierda que dejamos tirada en la calle. Está todo lleno de cagadas de perro y de mierdecillas pequeñas, totalmente apetecibles para un niño sin escrúpulos.

Y cuando ya estás hasta el moño de correr detrás del niño de tus entrañas, te lo llevas para casa, donde vuelves a tener el problema del aburrimiento mortal y el lanzamiento de objetos. Así que rompes tu regla número tres: dejar que juegue con todo lo que quiera.
Cuando ya no te da el sueldo para comprar mandos para la tele, cuando todos tus libros tienen el lomo mordisqueado y tus labores de ganchillo aparecen con grandes agujeros de haber metido los dedos para investigar eso tan guapo que hace mamá, te planteas el empezar a subir la cosas a un sitio más elevado. Las casas de padres con niños pequeños se distinguen de las demás porque tienen los objetos cotidianos a una altura poco cómoda para su uso. Y a medida que el niño va creciendo, los padres van elevando más esos objetos.

Pero siempre se te olvida algo superchulo y lleno de botones por encima del sofá y, ¿quién lo va a encontrar?, pues el pequeño detective.
Total, que le acabas comprando un mando para la tele en varios idiomas (pero al que sólo le da al botón del nueve en francés y en tus sueños oyes “neuf neuf”), un móvil de plástico y unas llaves para el coche. Funciona una temporada, pero se acabará dando cuenta y volverá a sus orígenes, o sea, a tus mandos y tus llaves de verdad.

Y ya por último, vas y rompes tu regla de oro: no consentir que hable con onomatopeyas.
Te dices: “jamás un guau guau, o un piiii piiii, o un bruuuum”. Pero cuando T (que es el nombre de mi hijo abreviado) viene con tu móvil en la mano y diciendo “jjjjjjjjjj”, es cuando llega el momento clave. Le quitas el teléfono cuidadosamente (porque si le dices: ¡nooooooooo!, lo tirará al suelo) y entonas: “mamá, ¿me pones Peppa Pig?.

El diálogo es el siguiente:
– Jjjjjjjjjjj (con el móvil en la mano).
– Mamá, ¿me pones Peppa Pig?
– Jjjjjjjjjj.
– Mamá, Peppa Pig.
– Jjjjjjjjjj (con cara de “me estoy cansando”).
– Mamá, Peppa.
– Jjjjjjjjjj.
– ¿Peppa?
– Jjjjjjjjjj.
– Vale, ya te lo pongo…

Supongo que os habréis dado cuenta que la de las frases enteras soy yo y el del “jjjjjjjjj” es míster T.
Al final claudicas y le pones los dibujos de Peppa, de Pocoyó o de Bola de Dragón si es el padre el que le va a dar la comida ese día.

La conclusión que saco de todo esto es: ¿cuándo dejarán de caerme todos los escupitajos que lancé al aire?

Padres primerizos

Sí, ese eres tú. Primerizo. Te estás cagando de miedo.
Bienvenido/a al mundo maravilloso de la paternidad/maternidad. Hoy os voy a contar esas cosas que nadie te cuenta porque si no, la especie peligraría seriamente.
(Si aún no te has reproducido, piénsate si quieres este spoiler o no).
Siempre pensarás que tu niño es el mejor. El más guapo, el más listo, el más travieso, el más tocacojones…y puede que así sea…o no. En el momento en que tu niño salga al mundo exterior, verás cientos de niños con los que compararle. Y muchas veces tu pequeñín saldrá perdiendo. No te agobies, piensa que tu hijo algo mejor tendrá que los demás (aunque sea que tiene mucho pelo). [¿Estoy empezando a tener un trauma con mi pequeño calvo?]
Mi hijo fue el bebé perfecto. Dormía, comía, se reía, era largo, en su peso y le quedaba muy bien la ropa. Pero un día empezó a caminar. ¡Cháaaaaaaan! Y ahí se acabó lo que se daba. Ahora mismo tiene 17 meses (o sease, casi año y medio) y no camina, corre como poseído por el demonio. No come (le dan arcadas mortales con los sólidos y los purés le aburren) y es muy muy tozudo. Visto así es como para tirarse por un puente. Pues no. Mi hijo duerme como un bendito y con eso ya equilibra la balanza. Y además se ríe muchísimo, aunque sea de nosotros.
Lo que más le gusta en este mundo mundial es tocarlo todo. Es lógico, ya que está en la fase de exploración, pero cuando tira algo ruidoso en una habitación para que tú vayas corriendo y así poder salir en silencio a por lo que realmente quería coger en el salón, ya no es tan divertido.
Le comprarás mandos de la tele de mentira, llaves del coche de juguete, móviles con botones de colores…pensando que así no tocará los de verdad. ¿Crees que el niño es bobo? Colará la primera vez, quizás la segunda, pero a la tercera te lo tirará a la cabeza y se reirá con tu cabreo monumental.
Así que decides empezar la fase premio-recompensa. ¿Te portaste bien? Te subo en los caballitos. Sí, perfecto, hasta que toca bajarse. Mi padre llega al punto de mareo mortal sólo para que el niño siga dando vueltas en el tiovivo. Así que te buscas un plan B. ¿Un poco de helado? Genial, hasta que mete sus diez dedos en él y los mueve de tal manera que es imposible limpiárselos todos antes de que se embadurne la cara, el pelo y toda la ropa.
Otra opción es pasar de ellos cuando hagan las cosas mal. En nuestro caso, funciona a medias, ya que el niño deja de hacer lo que estuviera haciendo y se empieza a dar cabezazos contra el primer mueble que pille. Es como un auto castigo. Luego vienen los llantos y tu pérdida de paciencia.
Más cosas horribles de la fase bebé son los estragos físicos. No voy a entrar en temas sueño o depresión posparto, porque creo que es algo evidente, si no que te voy a contar la otra parte oscura.
Las mamás tendrán el vientre hinchado una temporada (si es por cesárea, más tiempo). Te saldrán estrías aunque te untes de crema día y noche (las hay suertudas, pero son como las apariciones marianas), se te caerá el pelo (después de tenerlo fabuloso todo el embarazo por la acción de las hormonas), te saldrán caries (cuídate la boca, por favor) y se te hincharán las tetas con su consiguiente bajada ombliguera. Para algunas de estas cosas hay ejercicios específicos que pueden atenuar un poco la flojera, pero somos ejército las que no tenemos tiempo o somos un poco vagonetas.
Los papás sufrirán varios cambios: tendrán que dejar sus malos hábitos (fumar delante de un niño es condenarle desde que nace); deberán empezar a hacer algo de ejercicio si no quieren acabar baldados; estaría bien que se fueran entrenando con un muñeco para quitar y poner pañales, ropa, biberones, bañera…; y lo más importante, es que deberán mentalizarse con la preparación al parto y el puerperio (¿puerpequéeeee?) (lo que va después del parto).
Esa fase es la más delicada, ya que las madres estamos cargadas de hormonas hasta las cejas. Tendremos el farolillo como un túnel de cercanías o la barriga con una sonrisa rara. Lloraremos sin parar y sin motivo. Estaremos cansadas y quejicosas. Tendremos miedo. Estaremos felices y al rato no. Nos sentiremos muy muy feas. Os preguntaremos cien mil veces si seguís queriéndonos y si seguís viéndonos guapas (la respuesta siempre tiene que ser SÍ ROTUNDO, aunque parezcamos un zombie cavernoso).
La segunda fase a esto (¿pero hay más?) será la de las visitas. No os dejéis avasallar. Impondréis vuestras normas. Normalmente la madre se sentirá más obligada a recibir a la gente con buena cara. Ni se os ocurra poneros a limpiar como locas. El papel del padre debe ser el de echar a la gente de casa cuando pase media hora (si es familia, un poco más de tiempo), poner los cafés y limpiar las tazas después, y obligar a la madre a que se siente y se relaje. No pasa nada si te pones la ropa varias veces o si las pelusas te saludan desde detrás de la puerta. Tu niño no va a comérselas hasta que tenga unos 9 meses.
Mis recomendaciones:
Déjate ayudar. Que te hagan la comida, la colada, los fregaos, lo que sea. Pasa de todo y disfruta de tu bebé. Ya tendrás el resto de la vida para limpiar. (Cosa que me parece una inutilidad).
Vete de vacaciones. Si puedes permitírtelo, un par de noches por ahí sin tu hijo serán oro líquido para tu cerebro.
Vete al cine. Sólo son dos horas separados de vuestro monstruo. No pasa nada. No se va a acabar el mundo.
Date algún capricho. Un masaje, una cenita romántica, unos bombones hipercalóricos, una recopilación de los mejores cómics de zombies…algo así.
Ir al fisio cada 6 meses es muy recomendable. Que te crujan el cuerpo es la mejor terapia para quitar los dolores de cargar con tu saco de babas. Te quedas como nueva.
Y sobre todo, saca algo de tiempo para ti. Sin ruidos, sin niño, sin pareja, sin tele, sin nada…
Debes tener, al menos, media hora al día para hacer lo que te venga en gana sin dar explicaciones a nadie.
Por último. Rellena todos los libros que te hayan regalado de esos de “mi primera papilla”, “mi primer diente”, “mi primer eructo”, “mi primera sonrisa”. Te parecerán una chorrada en el momento, pero si no lo apuntas en cuanto sucede, luego ya no te acordarás. Y cuando los veas en el futuro, te gustarán. (Yo ya voy por el tercero).
Y siempre, siempre, siempre hazte fotos con tu bebé. Aunque te veas mal y no te apetezca, luego te dará pena no aparecer en el primer año de tu bebé en uno de los cinco álbumes que tendrás por casa…

Inteligencia de los bebés

Hoy vamos a hablar de un tema escabroso: la inteligencia de los bebés.

¿Es mi hijo listo? ¿Sacará buenas notas en el colegio? ¿Llegará a ser premio Nobel?
¡Y yo qué sé! ¡No soy adivina! Muajajajajaja.

Los padres nos hacemos estas preguntas a lo largo de la vida de nuestros retoños y, en mi opinión, lo mejor que se puede hacer por ellos es enseñarles el valor del esfuerzo. Casi todo en esta vida se puede conseguir con esfuerzo: sacar buenas notas, tener un cuerpo cañón, conseguir mucha pasta, salir con Brad Pitt… (esto último creo que no…qué pena).

Cuando estás embarazada oirás que circula un rumor sobre la gestación y el desarrollo cerebral de los bebés. Se supone que cuanto más tiempo esté un bebé en el útero materno, más inteligente será. ¿Y por qué? Pues porque su cerebro tiene más tiempo para desarrollarse y para crear más conexiones neuronales. Hay “estudios” que así lo confirman, aunque la mayoría de los médicos están de acuerdo en que la inteligencia de los niños es 50% genética y 50% ambiental. Así que padres y madres del mundo, hay que ponerse a estudiar con ellos.
Por esta regla de tres, mi pequeño monstruito va a ser un Einstein, ya que el muy jodío no quería salir y tuvieron que ayudarle en la semana 42 de gestación. ¡Toma ya! (Ya os contaré dentro de unos años si tengo que adelantarle un curso o si es un niño normal como los del resto de su clase).
Lo que sí es cierto, es que mi hijo tiene una inclinación natural hacia los libros. Literalmente se los come. Así que tuvimos que poner en el estante más alto del salón todos los maravillosos cuentos de cartón que le habíamos comprado y que todo el mundo nos había regalado, ya que tuvo un par de atragantamientos mortales al querer saborearlos. Y no es que les diera un rechupeteo hasta ablandarlos, no, los bababa hasta convertirlos en una pastosidad deliciosa y pa’dentro. Pasado el primer año de vida, te planteas el devolverle los libros para ver si ahora ya los lee, pero desechas esa idea cuando ves que le dan unas arcadas asesinas y compruebas que son porque tiene pegada en el paladar una hoja de tu revista favorita. Nuestra solución, comprarle libros de esos que se pueden meter en la bañera y son de plástico.

Otro factor en el que te fijas para saber si tu niño es inteligente o no, son los avances psicomotrices. Existe un test, llamado test de Denver, donde se pueden ir observando los avances de tu hijo. Es divertido si no te obsesionas (como con los percentiles). Va mostrando mes a mes lo que se supone que tu hijo tiene que aprender.
Al principio está genial, porque tu niño hace las cosas un poquito antes de lo que pone el papel, pero ¡ay!, cuando llega el momento de las palmitas, del cucú y mamá y papá…la cagaste. Si quieres no sonrojarte cuando vayas al pediatra, trata a tu vástago como a un mono de repetición. Pásate el día haciendo lo mismo una y otra vez, hasta que el niño esté tan hasta las narices de verte que lo repita para que pares ya de una vez.
Evidentemente, el nuestro fue el caso de llegar a la consulta del pediatra para una revisión rutinaria y salir de allí con la moral por los suelos. ¿Hace ya palmitas? ¿Te saca las cosas del bolso? ¿Juega al escondite? ¿Pone un cubo sobre otro?
Ehhhhhh, ¿tengo que dejar que me revuelva el bolso y se coma todo lo que encuentre dentro? ¿Tengo que tener cubos, aros, pelotas, barrilitos, estrellas y números de colores y materiales distintos?
Pues sí, tienes que tener en tu casa un amplio repertorio de juguetes, así que sal corriendo a comprar todo aquello que creas que puede desarrollar sus capacidades cognitivas y motoras (como hicimos nosotros nada más salir de aquella consulta infernal).
[Reflexión: cada vez que voy al pediatra, me siento como si fuera a pasar un examen de oposiciones. Duermo mal, me sudan las palmas de las manos, repaso antes de entrar todos los nuevos logros del niño… es espantoso. Primero, con las dichosas palmitas y “daba la mocita en su cabecita” y luego con los puñeteros purés y los sólidos. Sólo puedo llegar a la conclusión de que tengo un niño tan rematadamente listo que se lo pasa pipa dejándonos mal delante del médico].

Así que estamos siguiendo nuestro propio programa de inteligencia y lo que hacemos es ponerle los dibujos en inglés (que sólo le pongo cuando necesito media hora de relax ya que soy anti tele en infantes), llevarle conmigo a mis clases de conversación en inglés (sólo cuando es necesario, ya que es mi hora de espacio personal y me pongo morada a birras) y ponerle mucha música variada, para que su cerebro no se acostumbre siempre a un ritmo. Y cuando llego al pediatra y me pregunta…pues le miento, como la mayoría de los padres. ¿Da tres vueltas de campana? Sí sí, claro, desde hace dos semanas (y por dentro estás pensando que ojalá no te mande demostrarlo in situ).

Conclusiones finales: si vas a programar una cesárea, intenta posponerla todo lo que puedas, por si acaso (a no ser, evidentemente, que sea por problemas médicos); ponle a Pocoyó en inglés (es divertido, igual hasta aprendes algo tú también); háblale mucho, hasta que llegues al punto de decirle que se calle porque te va a explotar la cabeza; sé creativo (mete tapones de plástico y pelotas en una caja para que los saque y los meta) (crea tus propios cubos educativos con los cartones de las galletas y un vídeo del YouTube de origami); y sobre todo, ve a tu ritmo, no te agobies.

Be water, my friend.

Amazon, Ebay, Beruby

¡Hola padres y madres del mundo desesperados con las cuentas de diciembre!

Llegó el mes loco, donde tu cartera empieza a hacer operación bikini antes de tiempo y se te ponen los nervios de punta. ¡Llegaron las Navidades!
Si te has perdido el Black Friday y el Cyber Monday (*), no te preocupes, te doy unos cuantos truquitos para que esas compras que tienes que hacer se te hagan un poco más llevaderas.
Primero…¿por qué siempre esperas al último momento para comprar los regalos si sabes que los tienes que comprar igual? Lo de los Reyes o Papá Noel es como el marisco, siempre van subiendo de precio a medida que se acerca la fecha.
Como soy una mujer muy previsora, llevo comprando regalos desde hace dos meses, así que voy gastando poco a poco y no me duele tanto (amén de que tengo mucho más tiempo para mirar y comparar).
Al vivir en un pueblo donde no hay tiendas (¡carajo, es cierto!) suelo hacer todas mis compras por internet. Hace poco, me di cuenta de lo mucho que estoy enganchada cuando el de Seur me saludó como si fuera un colega de toda la vida. Así que, o cojo el coche para meterme en un horrible centro comercial atestado de gente respirando a la vez, o me siento tranquilamente en frente de mi ordenador con mi cafetito, mi tarjeta y mi PayPal.
La suerte que tengo es que mi hijo todavía es pequeño, así que no hace falta que esconda mucho los regalos. (Y al decir “esconder” digo ponerlos en una estantería lejos de su alcance).
[Aunque el otro día me di cuenta de que ya no es tan pequeño cuando me lo encontré agarrado a la cuna mirando a un punto del cielo. Me puse a su altura y miré a ese punto. Y me encontré, justo en la perspectiva, con todos los paquetes metidos en una bolsa. Y pensé: creo que ya se está enterando de que ahí hay algo para él].

Así que empecemos con el oasis de chollos.

Amazon: esta web es una fuente inagotable de regalos para mí. Tiene varias cosas que me gustan.
– Puedes comprar cosas nuevas o de segunda mano. Encontré un montón de librerías inglesas con libros de segunda mano tirados de precio.
– Puedes guardar productos en listas de deseos para comprarlos más adelante.
– Tienes la opción de crear una lista abierta para que la gente sepa qué te gusta y te lo pueda regalar.
– La opción Premium es genial. Pagas una cantidad fija al año (creo que son unos 14 euros) y no te cobran gastos de envío. Además, tienen productos que sólo se pueden comprar si eres Premium o están rebajados con respecto a su precio al público “normal”.
– Puedes escoger en cuántos días quieres que te llegue el pedido. Normalmente es gratis de 3 a 5 días, aunque siempre llegan antes.

Ebay: otra web en la que compro y compro. Ventajas:
– Hay vendedores de todo el mundo, por lo que puedes comparar muchísimo.
– Tiene un buen buscador y unos buenos filtros.
– Al pagar con PayPal, si tienes problemas te reembolsan el dinero.
– La opción “subasta” es genial y adictiva. Tienes que estar libre los 5 últimos minutos de subasta, así que ponte un aviso en el móvil. Puja con el dinero máximo que quieres pagar y hazlo en los últimos 3 segundos. Te lo llevarás fijo. [Estoy pensando que voy a hacer un comentario más ampliado de esto más abajo].[**]

Aliexpress y Alibaba: son dos webs con productos chinos al por mayor. ¿Qué significa esto? Pues que tienes todas aquellas cosas que te compres en dichas tiendas pero a bajo coste. Estoy flipada con las postales y las pegatinas. Si te gustan las manualidades, no entres, te gastarás todo el suelo. También tiene móviles de última generación a precios de ganga (eso sí, ojo con el idioma en el que vienen, porque mi marido se pasó tres días encerrado en casa estudiando cómo cambiarle el idioma de chino a español).

Comparadores de precios: ya os hablé alguna vez de ellos. Son webs donde introduces el producto que quieres (marca, medidas, color) y te muestra el catálogo completo de webs donde puedes adquirirlo y el precio. Te ahorras mucho trabajo. Yo suelo usar Twenga.

Beruby: es mi último descubrimiento. Es una web de cashback. Me explico. Es un buscador con webs de todo tipo que funciona como google. Al entrar a otra web a través de esta, te devuelven un porcentaje de lo que compres. Ejemplo: entras en beruby. Hay cashback en Amazon en la sección de juguetes. Pinchas. Compras en Amazon, en esa sección como harías normalmente. Pagas. Pasados 15 o 30 días (depende de la oferta), te reembolsan un 5, 10, 15% de lo que hayas pagado.
Lo que hace beruby es almacenar ese porcentaje en dinero que luego te ingresan en tu cuenta o en PayPal.
Además, puedes ganar dinero extra viendo vídeos de publicidad o registrándote en webs que te propongan desde esta página.
¿Lo mejor? Tiene oferta de todo tipo. Hoteles, vuelos, restaurantes, ocio, belleza…

Así que, si quieres comprar por internet, aquí tienes oro líquido para tu bolsillo.
Importante: siempre hay que tener cuidado con los precios y los gastos de envío. A veces son muy “cucos” y te ponen el precio sin IVA o unos gastos de envío altísimos, así que cuidadín con esto.

*Black Friday: viernes siguiente a Acción de Gracias, donde las tiendas (físicas y online) hacen descuentos especiales. Cyber Monday: es la primera vez que lo veo, pero creo que es el lunes después del fin de semana del Black Friday. También con descuentos especiales por internet.

**Explicación de pujas por Ebay. Es un sistema que tardé en pillar un poco, pero que me sube la adrenalina a tope. Consiste en pujar en el último momento. ¿Por qué a última hora? Porque si no, la puja se aumenta tontamente, ya que siempre habrá alguien al que le das tiempo para que puje por encima de ti. ¿Cómo funciona la puja automática? Introduces en el recuadro de “puja ya” la cantidad máxima que estés dispuesto a pagar. Le das a comprar y esperas. (La puja consta de dos confirmaciones, así que tienes que quedarte esperando entre la primera y la segunda). Verás que hay un cronómetro en rojo con el tiempo que falta para que se acabe la puja. Así que se te pondrá el corazón a tope, porque como el precio sea suculento verás cómo sube y sube, ya que habrá más gente como tú que esté esperando al último segundo para pujar. Así que aguanta, aguanta (como en Braveheart) y, en cuando queden 3 ó 4 segundos, ¡puja!. ¿Qué puede pasar? Primero, que no te lleves el objeto porque alguien pujó más alto que tú en el último segundo (o que su puja automática sea más alta que la tuya). Segundo, que te lleves el objeto por el precio máximo (esto quiere decir que tu puja automática era la más alta). Tercero y lo que más mola, que te lleves el objeto por menos dinero del que pusiste en tu puja automática (que significa que hubo pujas, pero no llegaron al límite de tu puja, por lo que la puja vencedora es la tuya sin llegar al límite).
Es un poco complicado de entender, pero en cuanto lo hagas un par de veces, lo pillas seguro.
Acuérdate, que el precio de la puja no incluye los gastos de envío, y que no siempre está en euros (pujar en libras es peligroso, porque parece menos dinero del que luego es al pasarlo a tu moneda).

Espero que me adoréis por todos estos consejos y que me pongáis una estatua con toda la pasta que os estoy haciendo ahorrar. Y si no, me encantan los bombones de praliné y las Polly Pocket de principios de los 90. JE JE JE.

Vacunas

¡Bienvenidos a vacunalandia!
Al nacer un bebé, te dan un librito muy mono con un montón de consejos médicos, dibujitos de los dientes y un calendario de vacunas. Cuando lo ves, piensas: ¡menos mal que yo no me acuerdo! Realmente, es una tortura china.
Durante su primer año de vida, le vas a poner una media de tres vacunas al trimestre, aunque al final acabarán siendo más.
¿Qué ha ocurrido en estos últimos años? Pues que las farmacéuticas han descubierto un filón enorme en el miedo. ¿Quieres ser un padre ejemplar? ¿No quieres que tu hijo pille el virus más raro del mundo? ¡Pues vacúnalo!
Así que, además de meterle la pila de bichos oficiales, les metes los de clavo.
Esto se traduce en:
Primera visita al pediatra después de nacer. ¿Qué vacunas me recomienda ponerle? Bueeeeeeno…pues verá. Tiene la del Prevenar, que es un meningococo que le puede provocar un montón de cosas horribles. Luego tiene la del Rotatec. ¿Va a ir su hijo a la guardería? Si es así, póngasela, porque aunque sólo evita que tenga una diarrea fuerte y sólo se mueran los niños del tercer mundo, tiene que ponerla porque si no igual no me puedo ir de vacaciones a las Bahamas. Y la de la varicela…pues ya queda a su elección, pero no estaría de más.
Así que ahí te ves, ante la difícil elección de vacunar a tu bebito contra todos los males de la caja de Pandora o cruzar los dedos para que no pille nada sin tener la cura milagrosa dentro de su cuerpecito.
Y estaréis pensando, ¿por qué no le pones todas y ya está? Pues porque hay una cara B. Cada vacuna en cuestión te cuesta alrededor de 80 euros y hay que poner entre 3 y 4 dosis, con lo que la broma te sale muy cara. Y luego están las cuestiones de futuras enfermedades. Resulta que con la varicela hubo una polémica bastante grande, ya que por lo visto, si vacunabas al infante contra esta enfermedad, luego podía cogerla de adolescente y, en vez de tener una varicela picajosa, tienen un herpes zóster.
Total. Estamos vacunando al pequeñajo contra el meningococo, que es el que peor suena, y lo demás lo dejamos al libre albedrío de la naturaleza.
[Nota informativa: después de todo el lío con la vacuna de la varicela, resulta que dejaron de venderla a farmacias y hospitales, así que hubo un montón de niños que se quedaron sin ella o sin alguna de sus dosis. ¿Qué ocurrió? Pánico generalizado. Los padres histéricos, se dedicaron a viajar a Andorra para contrabandear con vacunas de la varicela y los demás a despotricar contra la administración sanitaria. Y yo me pregunté: ¿no sería más fácil hacer una fiesta de la varicela como las que salen en los dibujos y dejarnos de cuentos?]
Y después de todos estos devaneos mentales, viene la parte de…CHÁAAAAAAAAN…¡los calendarios por Comunidades Autónomas! ¡La cagaste!
Para aquellos padres que seáis viajeros o tengáis la intención de serlo, sabed que cada Comunidad Autónoma tiene su propio calendario de vacunaciones para hacernos la vida más fácil. Así que si sois de esos ingratos que os fuisteis a otra parte de España en vez de quedaros en vuestra tierra de origen a producir para vuestros paisanos y volvéis de vacaciones para ver a vuestra familia y amigos porque los echáis de menos, pues os jodéis y planificáis con antelación si os toca o no ponerle vacuna.
“No hay problema, yo llevo una agenda con todo”, me dije. Llego a Asturias y me voy a mi centro de salud del barrio de toda la vida. Pregunto, me dan cita y voy a la enfermera. Ésta me pregunta por los meses del bebé y se levanta de la silla. Yo le digo: seguimos el calendario de Andalucía. Se sienta. Me mira con cara de: ¿qué me estás contando? Y me tiro la siguiente media hora intentando explicarle que vivo en Andalucía y que tenemos otro calendario de vacunaciones, por lo que no puede ponerle las vacunas que a ella le venga en gana. La enfermera sabe lo que hay, que para eso es una profesional, pero le toca las narices tener que pensar.
Y ya por último, las mutualidades. Si eres funcionario, puede que estés en una de ellas, como MUFACE, MUGEJU, ISFAS… y tendrás dos opciones: seguir con los médicos de la Seguridad Social o pasarte a una compañía privada. Si estás en una de las últimas, tendrás problemas en muchos aspectos. Las vacunas es uno de ellos. Las que no son de pago, te las tienen que poner en la Seguridad Social, así que tendrás que llevar tu tarjeta de mutualista-compañía cuando vas a pedir cita al centro de salud. Así que paciencia, te mirarán muy muy mal.
Conclusión: el primer año de vida de un bebé es jodidamente difícil. Te pinchan, se te rompen las encías, creces un montón, tienes que aprender a caminar, te cambiarán la dieta varias veces, te pasarás el día escuchando a la gente decir “bu bu bu” o “di papá, di mamá”…entretenido, ¿verdad?

Farmacia online

(PARENTAL ADVISOR O ADVERTENCIA PARENTAL): este post contiene material escatológico no apto para mentes sensibleras.
Ha llegado el momento de desvelar uno de mis mejores secretos en compras para bebés: las farmacias online.
Cuando nace tu bebé, tienes que plantearte el dilema de qué clase de leche le vas a dar. Tienes varias opciones: leche materna, leche de fórmula y lactancia mixta (es decir, un poco de cada). Como de momento no voy a entrar en cuál es mejor o más recomendable ya que no quiero perder a la mitad de mis lectores (he tenido intensos y amargos debates sobre este tema), os voy a contar el truco del almendruco para aquellos que optéis por la leche de fórmula o de polvos.
En el mercado existen montones de marcas y de variantes. Tenemos las leches de farmacia y las de hipermercado. Todas son buenas, pero hay que encontrar la que mejor le vaya a tu nene y la que más le guste (porque los bebés son pequeños gourmets cabroncetes y no todo le va a gustar). Así que, lo primero que hay que hacer es ir probando. Escoges una, al azar, o te dejas asesorar por el pediatra (que normalmente te recomendará la marca que le va a pagar sus próximas vacaciones) y le das dos o tres biberones. ¿Le gusta? ¡Eres un crack y acertaste a la primera! ¿No le gusta? Pues compras un bote de otra marca y el que tienes en casa lo usas para hacerte el café de por las mañanas.
Una vez que encuentres LA MARCA, tienes que observar a tu hijo. ¿Tiene cólicos? ¿Diarrea? ¿Estreñimiento? ¿Regurgita? ¿Está poseído? ¿Gira la cabeza sin control?
Analiza todas las variables posibles y tendrás el tipo de leche que necesitas.
AC, AE, AR, sin lactosa, Premium… incluso puede que necesites ir alternando dos tipos de leche distintos: anti estreñimiento (AE) con la normal cuando se descagalurcie demasiado, anti regurgitaciones (AR) con anti estreñimiento (AE) cuando se pase tres días con todo dentro y así hasta el infinito. Te lo pasarás genial haciendo quinielas de cuál es la leche que le sentará mejor en la siguiente toma.
Y cuando ya estés seguro 100% de qué necesita (¿de verdad estás tan seguro? ¿eh?), es cuando pasamos a la maravilla de internet número 1: las farmacias online.
Cuando nació nuestro hijo, decidimos darle leche de fórmula (estuve tres semanas con lactancia mixta, pero era tan horroroso pasarme el día succionándome las tetas que abandoné la idea de la leche materna casi al quinto día de estar en casa), así que el padre se fue a la farmacia y volvió con un bote de leche marca Novalac. ¿Por qué esa marca? Pues porque era la que tenía el bote más bonito. Le dimos esa leche durante un mes aproximadamente y como nuestro hijo no nos dio nunca nada que hacer, no necesitamos experimentar mucho. Así que empezamos a investigar en qué establecimientos podíamos comprar la leche a mejor precio.
¡CUIDADO, SPOILER PROVOCA INFARTOS! La leche de fórmula, ésta en concreto, nos costaba unos ¡21 euros por bote/semana! ¿Qué quiere decir esto? Que al mes, sólo en leche, gastábamos casi 100 euros (porque en realidad, el bote casi nunca duraba la semana completa).
Haciendo números y echando humo, metimos en un comparador de precios la marca de leche que estábamos usando y…¡voilá!
Encontramos una farmacia online que nos dejaba el bote a 12,20 euros. Esto supone un ahorro del copón.
Ahora es cuando mentalmente te estás preguntando: ¿pero es seguro comprar alimento de bebé por internet? ¿y si está contaminado/manipulado/caducado? ¿me puedo fiar?
Yo también me hice esas preguntas y decidí investigar un poco esa farmacia. Lo que acabó de convencerme del todo es que tiene sede física, es decir, si quieres puedes comprar la misma leche que te venden por internet en el mostrador. Eso sí, a precio de farmacia. Y ahí es donde te das cuenta del pedazo de beneficio que se sacan estos establecimientos de un producto tan básico como éste…
Así que hicimos nuestro primer pedido. Empezamos con 6 botes de novalac 1 y una caja de cereales sin gluten, ya que el envío te sale gratis a partir de 75 euros de compra, y cruzamos los dedos. No sólo no nos llegó el pedido en dos días, sino que venía lleno de muestras de cremas para escoceduras, leches de distintas marcas y champú anticaida.
La sensación fue casi como encontrar la Atlántida.
[Al comenzar a escribir este blog, tenía la idea de no escribir marcas comerciales o de empresas, pero estoy dándome cuenta de que quizás no sea muy útil hacer esto, ya que el objetivo principal es ayudar a los futuros padres y madres del mundo a que se sientan un poco menos patosos]
Por tanto, os dejo el nombre de mi pequeña isla mítica: farmacia Vence (www.farmaciavence.com). Realizan envíos gratis en Galicia a partir de 50 euros de compra y al resto de España a partir de 75.
¿Es mucho dinero para gastar de golpe? Pues no. Te vas a fundir eso y más en un mes, así que merece la pena despejar una estantería para guardar las pilas y pilas de botes que vas a comprar (siiiiiiiii, que lo se yo).
Lo que se puede hacer también es aprovechar el envío para comprarte los potingues que te suelas untar o para llenar el botiquín de primeros auxilios, pero te recomiendo que no lo hagas porque es altamente adictivo.
Para finalizar, contaros que hay muchas otras webs de compra masiva de consumibles para bebés como, por ejemplo, los pañales. No estoy tan puesta en estos temas porque suelo comprarlos en hipermercados, aprovechando las ofertas de 2×1 o las de la segunda unidad al 70% de descuento. Te aconsejo que siempre aproveches estas oportunidades magníficas de ahorrar dinero, a no ser que vivas en un maravilloso piso de 50 metros cuadrados, ya que cuando hagas cuentas a finales de mes verás el pastón que has dejado de gastar gracias a mis maravillosos consejos en este blog.
Así que padres y madres del mundo, id corriendo a sacaros las tarjetas del Carrefour de familias numerosas, menores de 30, mayores de 65 o lo que pinte y aprovechaos del sistema capitalista para exprimirlo a tope.
Y la pasta que os sobre, la vais metiendo en una hucha para cuando os abofeteen en el preescolar con la lista de material escolar.

Recién nacido

El recién nacido, ese gran desconocido.

Te contarán mil películas sobre un bebé con pocas horas de vida. Algunas serán verdad y otras no. Mi consejo: sigue tu instinto.

¿Qué ocurre cuando das a luz? Tu cuerpo sufre muchos cambios. De golpe y porrazo te vacías y te dan un bebé que hace cosas y te necesita para todo. ¿Y qué ocurre cuando eres la parte contratante de la parte contratada? Que te tienes que acostumbrar sin ayuda de hormonas a querer a un bichejín que, casi siempre, es bastante feo y no para de llorar.
Mi caso fue el de madre y padre que tienen a un niño (precioso, qué voy a decir) un poco lejos de casa. Así que mis padres se cogieron unas vacaciones y el padre del cagapañales otras pocas y nos arreglamos muy bien.
Me pasé seis días en el hospital, así que entre los tres se fueron turnando para que no me muriera de aburrimiento y para cuidarme al bebé, ya que no estaba muy operativa. Y en este tiempo………..¿dónde se metieron los suegros del padre de la criatura? Pues en un bungalow en el camping. ¡Alaaaaaaaa! ¡Inhumanos! ¡Dejar a tus padres por ahí tiraos!
Pues no. La idea fue de ellos y me pareció tan cojonuda que os la recomiendo a todos los que vayáis a tener hijos inminentemente.

Cuando vuelves a tu casa, lo que más te apetece es estar con tu bebé/s y tu pareja un poco a tu bola, sin sentir una presión en el cogote de un ser superior (no olvidemos que tus padres/suegros ya han sido padres alguna vez) que te vigila cómo le cambias el pañal o le das de comer al pequeñajo. Si tienes a los ascendientes compartiendo techo contigo, esto se vuelve un poco complicado. Además, las mujeres consanguíneas o por afinidad suelen ser bastante marimandonas en esto de los bebés, así que a las tres horas estarás cagándote en la madre que te parió.
Como soy una chica afortunada, mis padres no sólo tuvieron la genial idea de dejarme espacio vital (y de paso tomarse unas vacaciones ellos un poco a su bola) (principios de octubre en Cádiz) si no que no se metieron en mi forma de criar. ¿Necesitas ayuda? Yo te la doy. ¿Necesitas consejo? Aquí me tienes. Pero con respeto.
En definitiva, si podéis estar solos, mejor.

Otra de las grandes cuestiones de los padres primerizos es: no se hacer nada y lo voy a hacer todo mal. MENTIRA.
Los padres estamos programados para que nos salga de dentro cómo cuidar a nuestras crías. Te sorprenderá la facilidad con la que cogerás la cabeza del niño o la rapidez que vas a adquirir en pocos días para hacer biberones a velocidad supersónica. Habrá otras cosas que te costarán más, pero la paciencia es la madre de toda la ciencia.

¿Qué hacer con los consejos que te va a dar todo el mundo (los quieras o no)? Pues escúchalos y utilízalos como mejor te convengan. Ya decidirás tú cuáles vas a aplicar y cuáles te parecen terroríficos.
Por ejemplo: en Cádiz se lleva mucho lo de dejar llorar al bebé en la cuna “para que se acostumbre” y todo el mundo me dijo que lo hiciera porque si no el niño va a salir insoportable. Mi reacción fue decir sí amén a todo, pero tururú, por un oído me entró y por el otro me salió.

Por último, te vas a encontrar con las terribles historias que te van a contar de la vecina del quinto que tuvo un bebé mutante y salió con tres orejas o cosas así. No te dejes, córtalo en seco. Para lo único que te va a servir es para que te pongas nerviosa y te imagines cosas que no van a pasar.

Y en cuanto a la parte de compras, lo que vas a necesitar es: pañales, ropa adecuada al clima (unos bodies, una chaquetita, un gorrito, unas manoplitas, calcetines), un saquito para el carricoche, un sacamocos y poco más. Los bebés sobreviven con muy pocas cosas. Eres tú el que se está complicando la vida con los lazos de colores y los volantes que le vas a poner a la caja de la persiana.

Así que relax. Va a salir todo bien. Te vas a apañar genial. No necesitas ayuda de tres canguros y dos cocineros para cuidar de tu retoñito. Impón tus reglas, no te dejes avasallar (ni siquiera por la matrona del hospital, que son muy pesadas) y sobre todo, ¡disfruta!