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Vacunas

¡Bienvenidos a vacunalandia!
Al nacer un bebé, te dan un librito muy mono con un montón de consejos médicos, dibujitos de los dientes y un calendario de vacunas. Cuando lo ves, piensas: ¡menos mal que yo no me acuerdo! Realmente, es una tortura china.
Durante su primer año de vida, le vas a poner una media de tres vacunas al trimestre, aunque al final acabarán siendo más.
¿Qué ha ocurrido en estos últimos años? Pues que las farmacéuticas han descubierto un filón enorme en el miedo. ¿Quieres ser un padre ejemplar? ¿No quieres que tu hijo pille el virus más raro del mundo? ¡Pues vacúnalo!
Así que, además de meterle la pila de bichos oficiales, les metes los de clavo.
Esto se traduce en:
Primera visita al pediatra después de nacer. ¿Qué vacunas me recomienda ponerle? Bueeeeeeno…pues verá. Tiene la del Prevenar, que es un meningococo que le puede provocar un montón de cosas horribles. Luego tiene la del Rotatec. ¿Va a ir su hijo a la guardería? Si es así, póngasela, porque aunque sólo evita que tenga una diarrea fuerte y sólo se mueran los niños del tercer mundo, tiene que ponerla porque si no igual no me puedo ir de vacaciones a las Bahamas. Y la de la varicela…pues ya queda a su elección, pero no estaría de más.
Así que ahí te ves, ante la difícil elección de vacunar a tu bebito contra todos los males de la caja de Pandora o cruzar los dedos para que no pille nada sin tener la cura milagrosa dentro de su cuerpecito.
Y estaréis pensando, ¿por qué no le pones todas y ya está? Pues porque hay una cara B. Cada vacuna en cuestión te cuesta alrededor de 80 euros y hay que poner entre 3 y 4 dosis, con lo que la broma te sale muy cara. Y luego están las cuestiones de futuras enfermedades. Resulta que con la varicela hubo una polémica bastante grande, ya que por lo visto, si vacunabas al infante contra esta enfermedad, luego podía cogerla de adolescente y, en vez de tener una varicela picajosa, tienen un herpes zóster.
Total. Estamos vacunando al pequeñajo contra el meningococo, que es el que peor suena, y lo demás lo dejamos al libre albedrío de la naturaleza.
[Nota informativa: después de todo el lío con la vacuna de la varicela, resulta que dejaron de venderla a farmacias y hospitales, así que hubo un montón de niños que se quedaron sin ella o sin alguna de sus dosis. ¿Qué ocurrió? Pánico generalizado. Los padres histéricos, se dedicaron a viajar a Andorra para contrabandear con vacunas de la varicela y los demás a despotricar contra la administración sanitaria. Y yo me pregunté: ¿no sería más fácil hacer una fiesta de la varicela como las que salen en los dibujos y dejarnos de cuentos?]
Y después de todos estos devaneos mentales, viene la parte de…CHÁAAAAAAAAN…¡los calendarios por Comunidades Autónomas! ¡La cagaste!
Para aquellos padres que seáis viajeros o tengáis la intención de serlo, sabed que cada Comunidad Autónoma tiene su propio calendario de vacunaciones para hacernos la vida más fácil. Así que si sois de esos ingratos que os fuisteis a otra parte de España en vez de quedaros en vuestra tierra de origen a producir para vuestros paisanos y volvéis de vacaciones para ver a vuestra familia y amigos porque los echáis de menos, pues os jodéis y planificáis con antelación si os toca o no ponerle vacuna.
“No hay problema, yo llevo una agenda con todo”, me dije. Llego a Asturias y me voy a mi centro de salud del barrio de toda la vida. Pregunto, me dan cita y voy a la enfermera. Ésta me pregunta por los meses del bebé y se levanta de la silla. Yo le digo: seguimos el calendario de Andalucía. Se sienta. Me mira con cara de: ¿qué me estás contando? Y me tiro la siguiente media hora intentando explicarle que vivo en Andalucía y que tenemos otro calendario de vacunaciones, por lo que no puede ponerle las vacunas que a ella le venga en gana. La enfermera sabe lo que hay, que para eso es una profesional, pero le toca las narices tener que pensar.
Y ya por último, las mutualidades. Si eres funcionario, puede que estés en una de ellas, como MUFACE, MUGEJU, ISFAS… y tendrás dos opciones: seguir con los médicos de la Seguridad Social o pasarte a una compañía privada. Si estás en una de las últimas, tendrás problemas en muchos aspectos. Las vacunas es uno de ellos. Las que no son de pago, te las tienen que poner en la Seguridad Social, así que tendrás que llevar tu tarjeta de mutualista-compañía cuando vas a pedir cita al centro de salud. Así que paciencia, te mirarán muy muy mal.
Conclusión: el primer año de vida de un bebé es jodidamente difícil. Te pinchan, se te rompen las encías, creces un montón, tienes que aprender a caminar, te cambiarán la dieta varias veces, te pasarás el día escuchando a la gente decir “bu bu bu” o “di papá, di mamá”…entretenido, ¿verdad?